Trabajadores invisibilizados

Hoy es el día del trabajador, jornada que muchas veces es considerada celebración aunque siendo mínimamente rigurosos, corresponde hablar de homenaje. Nos referimos a “los mártires de Chicago” quienes por cierto, tampoco fueron ejecutados un 1 de mayo.  La historia dice que en 1886 se erigieron (este verbo queda raro pero me gusta para el caso) un conjunto de manifestaciones masivas que reclamaban por los derechos de los trabajadores. La primera de ellas fue un día como hoy, primero de mayo. A esta le sucedieron otras asambleas y protestas cada día -reprimidas con brutalidad- hasta que el 4 de Mayo, en un escenario de violencia institucional y sindical, una bomba casera se cobró la vida de siete policías e hirió a docenas. Como corolario, además de diversas muertes en la escaramuza, un grupo de 8 trabajadores fueron condenados a muerte en un proceso absolutamente injusto. Tanto fue así que años después sería considerado nulo y los culpables sobrevivientes resultaron absueltos. Los mártires, muchos de los cuales militaban en espacios socialistas y anarquistas, provenían de distintos oficios aunque en su mayoría era #periodistas o personas vinculadas con estos oficios como imprenteros y linotipistas. Tiempos hostiles, sin duda. 


Ha pasado más de un siglo y la realidad de los trabajadores cambió estructuralmente, con jornadas más razonables y derechos sensiblemente más humanos, aunque continúan pendientes muchas realidades en diferentes partes del mundo y acá, sin ir muy lejos, hay muchas personas que tienen condiciones laborales dolorosas como sociedad.

También en una jornada como esta vale la pena distinguir a los #trabajadores de industrias con  menos visibilidad en su sacrificio, pero que cada día dan de sí mucho más de lo que reconocemos. Me refiero, por ejemplo, al gremio de los gastronómicos -empleados, emprendedores, y oficios conexos- que dejan el pellejo hasta muy tarde para después enfrentar la inseguridad nocturna; a los trabajadores de la industria del espectáculo que amanecen desarmando escenarios y gradas, después de muchas noches frías mientras los agasajados duermen su noche de diversión. Sí: después del show, del baile, un ejército de personas desarman la técnica, limpian y dejan la sala en condiciones, sin dormir y con el físico al límite. Más de lo mismo le pasa a los músicos volviendo de ofrecer un concierto en una localidad lejana, al artesano que lo curte el sol y la fresca en una plaza, el integrante del mundo del turismo, o al redactor que dedica muchas horas después de sus otros trabajos para un texto por el que nadie le pagará, para satisfacción de las IA. 

No me siento amenazado ni integrante de estos sectores tan desbeneficiados, sino que por el contrario, siento una deuda con todas esas personas trabajadoras que ponen el lomo y nadie se los acaricia: para ellos va mi cariño.-


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