El aroma de la historia - Sobre el Café Sorocabana

(Publicado por la Revista Desterradxs)

Escuchalo en un Podcasts acá ↓

En los primeros días de Mayo se mudó de local el mítico Bar Sorocabana. Una noticia agridulce para una institución que merece las mayúsculas más grandes en la bohemia urbana.

Aunque no es el establecimiento más antiguo de la ciudad -que cuenta con cafés centenarios-, con sus 66 años, ha conseguido imponerse como el bar notable más celebrado de Córdoba.

La nueva sede está ubicada en la recova del Hotel Sussex, cruzado de su histórica ubicación, y debajo del cartel del Maxim´s. El nuevo local tiene un aspecto renovado e instalaciones más cuidadas: prueba de ello es su mobiliario o los nuevos baños en ambas plantas. Una mejora importante en contraste con los ejercicios de alpinismo urbano y contorsionismo urinario que exigía su antiguo local.

Daniel Salzano, el poeta de la ciudad que bebe una lágrima perpetua, le acompañará en su nuevo derrotero con su polera y algo para leer sobre la mesa, seguramente la razón por la que no tiene sus habituales gafas oscuras.

La mudanza ha sido noticia destacada por la prensa y las conversaciones en la parada del bondi porque los íconos se mueven poco. El Sorocabana -con su nombre y fragancia de tren brasileño- es el establecimiento con más poemas, canciones y escritos del sistema solar, como lo indican estudios serios de la NASA. Además, si sus mesas hablaran, nos contarían exageradamente -como nos gusta a nosotros- miles de negocios o una gran cantidad de candidaturas que tuvieron éxito y fracasos en los guarismos. Y muchas rupturas amorosas concretadas allí, antes de que llegue la cuenta; es que ahí no se jodía porque, si te citaban en el Sorocabana, te van a decir algo importante.

Casa central de bohemios e intelectuales, aunque también bancarios, vendedores ambulantes, artistas y fabricantes de fantasías -si es que hay diferencia entre ellos- este bar es puro patrimonio cordobés. Eso sí, patrimonio estrictamente intangible.

Por eso no importa si se mueve unos metros mientras sus contertulios sigan prestidigitando la verdad en beneficio de la ciudad y sus historias por venir. O sencillamente un beso.


Este bar, que fue sede mundial de todos los fumadores del Cono Sur, aprendió a dejar el faso -como debimos hacerlo todos- hace más de diez años. Junto con la Caída de las Torres, fue el acontecimiento más dramático del Siglo XXI. 

Una nítida mañana, el vaticinio y la preocupación se concretaron y todos fuimos a ver qué pasaba.  Como si fuera hoy, recuerdo haber inspirado con todas mis fuerzas para sentir la ausencia de humo, y un nuevo aroma invadió los sentidos: las medialunas acababan de ganar la batalla de los perfumes con su sensual coquetería de almíbar. La misma que hace de sus mafaldas un vicio peligrosísimo y cuyo proceso de desintoxicación es mucho más complejo que el de cualquier droga.

Ubicado sobre las catacumbas históricas de próceres como Cachoito de Lorenzi -el hombre que más colorados fumó en la historia de la humanidad, Gabriela Borioli y esa pequeña caricia en la nuca que te hacía al llegar, el propio Salzano, y tantos otras personas maravillosas cuyas palabras le dan densidad a los pocillos, ha sido homenajeado artísticamente con tanta insistencia que podríamos apilar todas las bolsas de Arcafé servidas en estas décadas y quedarían chicas al lado de las páginas cargadas de historias que se escribieron en su esquina. 

El Sorocabana, único lugar en el mundo donde el Criadores es rico y las mesas enclenques se inclinan a tu favor, emerge en la esquina del frente con su caudal de patrimonio intangible intacto. Su aroma a mafalda desborda de queso fundido y reclama la necesidad de agregar un par de historias nuevas ¿Vamos?- 

Comentarios