La nueva entrega del universo Marvel llegó y tuvimos oportunidad de verla en las salas de Dino. No decepciona, por el contrario gustó mucho. Thunderbolts se aleja de la saga superheroica más que en otras ocasiones con héroes débiles y un villano que no es tal. Evidentemente los malos devalúan. En dos horas -sensiblemente menos que otras instancias de la franquicia- vemos a este grupo de antihéroes dañados, cada uno con sus propios demonios, obligados a colaborar entre sí. El ritmo no es frenético sino digerible y contribuye la saga desde un ángulo inesperado, casi como si Marvel hubiera decidido tomarse un respiro de sí misma para volver a sus raíces con energías renovadas.
Con cuotas razonables de explosiones, persecuciones, y humoradas, la película deja una reflexión sino bajar línea de temas complejos como las enfermedades mentales, la adicción y el aislamiento social, pero sin caer en sermones condescendientes. Estos mensajes aparecen orgánicamente integrados en la trama, resonando con fuerza precisamente porque no pretenden imponerse como el centro de atención.
Hay momentos en los que hay un arrime al thriller psicológico con derivaciones oníricas evocan las zonas más mentales Christopher Nolan, mientras que los juegos con la memoria y la percepción traen ecos de ese clásico "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" de Gondry. No me peguen por pecador, soy entusiasta. Como sea, Thunderbolts es una experiencia calibrada para niños no tan pequeños, adolescentes y adultos que mantienen viva la llama del asombro. Resultará irresistible para quienes, como nosotros, nos negamos a abandonar ese territorio indefinido entre la madurez y la eterna fascinación por los mundos heróicos. Por lo pronto, sin revelaciones innecesarias, deja entrever promesas de continuidad que -que como siempre- generan genuina expectativa.-
Con cuotas razonables de explosiones, persecuciones, y humoradas, la película deja una reflexión sino bajar línea de temas complejos como las enfermedades mentales, la adicción y el aislamiento social, pero sin caer en sermones condescendientes. Estos mensajes aparecen orgánicamente integrados en la trama, resonando con fuerza precisamente porque no pretenden imponerse como el centro de atención.
Hay momentos en los que hay un arrime al thriller psicológico con derivaciones oníricas evocan las zonas más mentales Christopher Nolan, mientras que los juegos con la memoria y la percepción traen ecos de ese clásico "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos" de Gondry. No me peguen por pecador, soy entusiasta. Como sea, Thunderbolts es una experiencia calibrada para niños no tan pequeños, adolescentes y adultos que mantienen viva la llama del asombro. Resultará irresistible para quienes, como nosotros, nos negamos a abandonar ese territorio indefinido entre la madurez y la eterna fascinación por los mundos heróicos. Por lo pronto, sin revelaciones innecesarias, deja entrever promesas de continuidad que -que como siempre- generan genuina expectativa.-
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