La madurez de los colores. Sobre La habitación de al lado, de Pedro Alnodovar

Vimos la “Habitación de al lado” la nueva película de Pedro Almodóvar gracias a la invitación de los Cines Dino que gestiona Adrián Ortiz. Lo menciono porque además del ticket, el pochoclo, y la coca, la proyección en sala tuvo mucha calidad, algo que cada vez es más infrecuente en los cines de Córdoba.

Concretamente la película, en la que actúan Tilda Swinton, Julianne Moore y John Turturro, es una pieza de relojería marca Almodovar donde los engranajes, los colores -siempre tan apasionados-, la música, la arquitectura y los textos -tan ingeniosos como dolorosos- funcionan a la perfección. La máquina de Pedro está más vigente que nunca, aunque esa precisión tiene un ritmo cada vez más internacional. Su prolijidad, de a poco huele a plataformas, hasta el riesgo de convertirse en una película de Woody Allen para ver a la siesta.
La habitación de al lado es un gran film que tiene la virtud de esconder a sus protagonistas -la muerte, el cáncer- aunque estén todo el tiempo en escena, y estetizar el dolor con maestría. Tal vez a costa de una madurez que ha sacrificado las narices desalineadas por dentro y por fuera, el irreverente erotismo español, y ese punk cinematográfico que caracterizaba al Almodovar revoltoso.

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