Día de la Identidad y la Gestión Cultural

.. si las observas, comprenderás / que solo vuelan en libertad..

        El 22 de octubre se celebra en diversas partes de la nación, el Día de las personas que se dedican a la Gestión Cultural. Es -como muchos asuntos del mundo cultural- una propuesta controvertida porque colisiona con el Día Nacional por el Derecho a la Identidad que militan organizaciones como Abuelas de Plaza de Mayo. Muchos docentes, como Emiliano Fuentes Firmani y el equipo de RGC -entre otros amigos-, rechazan de plano la elección de esta fecha por ese motivo.
Pero la efeméride viene bien para hablar de una profesión que pareciera joven pero lleva décadas en Latinoamérica con diferentes militancias y denominaciones: Los tejedores o animadores socioculturales de Ander Egg (en la década de los ochenta) y -más cerca en tiempo y espacio- las batallas a punta de marlboro de la querida Gabriela Borioli cuando aún la profesión no tenía nombre ni licenciaturas o maestrías.

El día nacional sirve, en todo caso, para hablar del momento dramático que vivimos.
Nuestros sueños son subastados y amanece un tiempo diluido, una época de miedos que ganan espacio entre las nieblas de la superficialidad. La tristeza de batallas colectivas cercenadas nos miran desde las noticias. La cultura y sus compromisos históricos parecieran ser un pin, un posteo, mientras que la comunidad y sus artistas pierden simetrías entre el pasado y el presente.

No hay que perder de vista que ser, y aportar al qué somos, ha sido -históricamente- una labor de los integrantes del sector cultural y la gestión cultural vino a contribuir con esa semántica.
En el caso de las ciudades, la gestión cultural ocupó un espacio fundamental para proyectar los resultados del debate intelectual y artístico hacia la población, los medios y las otras ciudades. Todo descuido cometido individualmente se paga socialmente.
Cada ecosistema creativo es, en sí mismo, delicado y por consiguiente la continuidad es el menor pero más fundamental de los pedidos. Sobre ese paradigma habrá -y bienvenidas sean- innovaciones y reformulaciones necesarias y acordes a la contemporaneidad. Pero crecer y cambiar es un ejercicio superador de lo recibido. Como la identidad, cambiaremos a voluntad, pero no por imposiciones.
Aunque no hay luchadores más fuertes y corajudos que las actrices y actores del mundo cultural, su realidad exige de cuidados mínimos cuanto mayúsculo es su aporte a la sociedad: recursos simbólicos y materiales, condiciones de desarrollo con alto derrame social, pero sobre todo, sentido a la vida pública y compartida.
Es que la gestión cultural, lejos de ocuparse de aspectos decorativos de una ciudad, tiene un compromiso fundamental con lo constitutivo de una sociedad.
Volviendo al debate sobre su fecha de celebración, acordemos que es una forma más de luchar por la identidad social. Es retomar el proceso de reconocimiento y construcción de quienes somos y, sin concesiones coyunturales ni discursivas, pelear por lo que tenemos, por como se nos conoce. Ya se dijo- y aplica a ambas efemérides- …resistir es luchar.

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