El rapto de Psique - La novela de las emociones

(Publicado por el Diario Hoy Día Córdoba el día 10 de Marzo de 2021)


La cosa es más o menos así: existen numerosas creaciones derivadas de El Asno de oro, considerada la primera novela de la historia. Su autor, Lucio Apuleyo, cuenta diversas anécdotas entremezcladas con la trama principal y salpimentadas con humor. De estos relatos breves e intercalados, se destaca una historia de amor entre la mente y el enamoramiento.
Había una vez -deberíamos haber comenzado- una princesa llamada Psique que era la menor de tres hermanas tremendamente bonitas, aunque ella obnubilaba por su esplendor. El pueblo le adoraba como si se tratase de una deidad, lo que generó un efecto adverso en su vida al despertar la envidia de los dioses de entonces, que integraban una parafernalia que no toleraba la competencia terrenal.

Psique, conocida como hálito entre los griegos y alma entre los romanos, representa aquel último suspiro con forma de mariposa que los agonizantes expulsan al morir. Siglos más tarde dice el terapeuta que es la casa del yo, ello y superyo, según la teoría de la Psichiologia y los cuadernos de Freud.
Volviendo a nuestra historia, la princesa es hija del rey de Anatolia (hoy Turquía) donde su belleza provocaba la adoración de todos pero el amor de nadie.

Desobediencia
El asunto es que la diosa Venus, antes conocida como Afrodita, se enteró de la competencia y se puso agreta. Optó por aplicar un correctivo. Para ello envió a su hijo Cupido -también conocido como Eros- a ejecutar una venganza terrible: flecha en mano, el pibe debería hacer que Psique se enamorase del hombre más ruin que hubiera. Sin divorcio vincular en la legislación de esa remota época, Psique viviría para sufrir.
Cupido baja al mundo con el carax cargado de flechas y malas intenciones. No era la primera vez que generaba trifulcas con su arco, y ya había quejas en en el WhatsApp del barrio olímpico por su accionar.
Pero no consigue hacer el mandado de mamá correctamente. Tal vez porque se enamora, tal vez por un accidente laboral, el muchachito queda flechado con la muchachita y, en lugar de joderle la vida, se la lleva a su palacio de soltero que era todo lo opuesto a un monoambiente. Allí, sin violencia de género o síndrome de estocolmo, se enamoran perdidamente.

Ella ignora que su novio es su salvador y él, para protegerle, acuerda amarle de noche ocultando sus rostros. Siempre con la noche como cómplice y la oscuridad como telón de fondo, los encuentros tienen el velador apagado.
Pero las cosas son más complicadas entre los dioses que entre los habitantes del mundanal ruido: un tiempo después la chica extraña y una noche de Luna cavilante pide volver a ver a sus hermanas. Recuerda que la familia le considera muerta... se muerde el labio levemente de costado y solicita una única visita que es concedida. Deseosa de verles de nuevo, la mente demente de Psique desea convocar a sus cómplices naturales a una merienda. Cupido rezonga alegando que por un motivo u otro se complicarán las cosas, pero no es escuchado en su lecho nocturno. Ella lo besa y él cede bajo el poder de las sábanas.

Al día siguiente las hermanas se reúnen con alegría mientras Cupido se arrepiente en su oficina. Pasada la sorpresa de ver con vida a la hermana supuestamente muerta, las dos mayores -casadas con hombres ricos, y poderosos- mueren por saber más del misterioso y acaudalado cuñado.
Psique cuenta algunos detalles de su nueva y cómoda vida e inmediatamente las dos visitantes comienzan una redada contra la pequeña que ensaya variantes poco creíbles sobre su concubino. Mercader, o agente de criptomonedas, ella no consigue convencerles de su aspecto y características. Antes de despedirse les colma de obsequios, pero las dos hermanas regresan con dudas.

No pasa demasiado tiempo hasta que los métodos anticonceptivos de entonces demuestran su debilidad y ella nota que está embarazada. En lugar de pedir helado de chocolate con almendras a Cremolatti se empecina en volver a ver a sus hermanas. Cupido se resiste alegando que pesan grandes desgracias del destino -o la agencia de impuestos-, pero ella necesita apoyo y una madrugada el joven concede otra visita.
Todos los sirvientes del palacio nuevamente reconfortan a las cuñadas. Las tres hermanas se reúnen y ante la insistencia, la futura madre reconoce que su esposo no es un empresario. Tampoco vende bitcoins. En rigor, ella no conoce su oficina ni, llamativamente, su cara. Después de varios cafés y numerosos cigarrillos la hipótesis, que se impone por dos tercios de los votos es que Cupido tiene un aspecto monstruoso y urge que Psique vea su rostro.
Sin Facebook o celulares con cámara, de regreso en sus aposentos, nuestra muchachita cumple con el rito de recibir a su amante noctámbulo. Cupido se deja abrazar por el sueño y ella abre los ojos, busca una lámpara de aceite y se acerca para ver a su querido. Contrariamente al miedo implantado por sus hermanitas, le deslumbra un rostro encantador. No es un monstruo sino un bello durmiente, y junto a la lámpara, tiemblan de placer derramando sin querer aceite hirviendo sobre el, hasta entonces, dormido amante.
El Dios de la hermosura se despierta irritado al descubrir la traición de su querida Psique. Puede que también tuviera resaca de gintonic. Furioso, busca las llaves del auto, y el Levis. Manotea la billetera pegando un portazo y hace chirriar las cubiertas a lo lejos.

Ella comienza a preocuparse y con el paso de las horas se pregunta ¿Dónde estará? ¿Bebiendo en un bar de Güemes? ¿Y si hubiera tenido un accidente? ¿Cuándo volverá?
Psique intenta mantenerse serena, pero luego de un tiempo impreciso cae en el desconcierto y no tarda demasiado en decidirse a recorrer el mundo en busca de su amado. Por entonces “recorrer el mundo” era muy habitual.
Él, nada sofisticado, había recalado en la casa de su madre donde curaría su herida de fuego y el corazón dolido. Si toda suegra es un problema para la nuera, convengamos que en la historia de la humanidad Afrodita es la versión turbo. Nuestra protagonista, embarazada, inicia una vuelta planetaria en busca de su amado mientras su suegra macera un enojo técnicamente épico.
Siempre según la versión del libro, la muchacha entra en una suerte de alienación e inclusive pretende acabar con su vida, asunto que no llega a materializar por intervención de Pan, el dios rústico que justo pasaba haciendo footing con Eco -la ninfa de las montañas, sobre quien ya escribimos-. Estos le sugieren disculparse con su amado y le comparten la ubicación de maps para verle.
El relato se pone bueno y a Psique le pasa de todo. Pero de todo, y dado que se ha hecho suficiente spoiler, vaya lector al libro y entérese de lo que debió hacer nuestra heroína.
Si se saltaran muchos capítulos, veríamos a Psique en un primer encuentro hecha una verdadera mierda de nuera, y a la suegra pidiendo que sus criadas Inquietud y Tristeza la atiendan con las destrezas que les eran propias. Por cierto, si el nombre Dolores es fuerte, imaginate a estas chicas.
De todo lo que le pasa, algo liviano es que se muere y resucita. Claro, siguiendo el patriarcado, lo consigue mediante un beso de su amado, escena que Disney replicará en La Bella Durmiente.

Las sufridas peripecias de ella fueron tan intensas como exquisita la celebración de su boda. Y vamos a las fiestas que tanto extrañamos: No debe existir un mejor wedding planner que el jefe de todos los dioses, Júpiter quien bendijo a la pareja, organizó el casamiento, la luna de miel, y la lista de regalos en Falabella (incluyendo inmortalidad celestial).
De tanta alegría nació una niña llamada Voluptuosidad.

Cupido y Psique han sido representados en su batalla amatoria por los grandes pintores y escultores. Su éxito se debe a la materia prima del relato: los sentimientos y las pasiones. La envidia, el amor, la furia y el deseo son desencadenantes de cada pasaje y le dan sentido a acciones sin sentido -nos referimos a sin sentido práctico, pero hondamente vitales-. La vida, el alma, y el entendimiento protagonizan una historia de aventuras cuya causa y efecto apuntan a la sensibilidad como condición inmanente al ser humano.
Por eso el gran mérito de El Rapto de Psique es explorar el conflicto entre la seducción y la entelequia, atravesando su compleja belleza para adquirir una vigencia fulgurante y atemporal.-

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Excelente
Ricardo Bertone ha dicho que…
Realmente una delicia, mágico, mítico y hasta la comprensión de cierta vulgaridad emocional previsible, todo al mismo tiempo.