Los bailarines de la discordia

(Para Notify, Gamba) 

Un primero de octubre, pero de 1892, nació Emilio Pettoruti. Seguramente es uno de los grandes plásticos argentinos. Aunque es porteño y vivió gran parte de su vida en Europa, tiene una impronta fuerte en Córdoba. Este pintor, nacido futurista y devenido en cubista, pasó por nuestra Ciudad en 1926 y dejó una historia que también nos define como sociedad.

Todo empezó con el cuadro Los Bailarines, que puede verse en la colección del Museo Evita, Palacio Ferreyra. La obra presenta una pareja de hombres bailando un tango con perspectivas alteradas y, lejos de todo realismo, se mueve el piso en lugar de los protagonistas.
Esa pintura, la primera obra no realista que ingresaría en una colección pública fue adquirida por el gobernador cordobés Ramón J Cárcano en lo que parecía un acto sin demasiada trascendencia. Pocos días después de la compra se desató una tormenta mediática contra Cárcano a quien se lo acusaba de “dilapidador”, “haber injuriado a los artistas cordobeses”, y “fomentar el mal gusto”. La falta de realismo violentó a los conservadores. El malestar llegó al punto de solicitar la renuncia o destitución de un gobernador. La provincia entera se debatía entre quienes consideraban una verdadera barbaridad comprar un mamarracho de estafador y quienes celebraban el gesto vanguardista. Cuando el conservadurismo local se aprestaba a ganar la pulseada, el diario La Nación de Buenos Aires bendijo la acción de gobierno, destacando que Córdoba siempre fue distinta, única e innovadora. La editorial disipó la tensión y hoy, casi cien años después, descansa colgado orgullosamente un escándalo convertido en obra maestra.- 

Un secreto menos difundido es que los bailarines son, el propio Pettoruti y su amigo Solar, Xul Solar.

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