Córdoba, que ha tenido una tradición contemporánea bastante modesta en el arte de acción, puede reconocer en Jorge Bonino o la bailarina Graciela Martínez (primera mujer de Antonio Seguí) a alguno de sus precursores, allá por los setentas. Hoy tiene algunos exponentes de la performance o el arte de acción, cuyo número y visibilidad está creciendo.
Además de un equipo de investigación de la UNC llamado Arte(s) performance(s) y subjetividade(s), y de los trabajos de Marcelo Nusenovich (el especialista local en la materia) contamos con autores como Verónica Meloni, o María del Carmén Cachín quien además de sus proyectos ha sido gestora de La Nariz en la tasa, las Jornadas de Performance de 2005, que prometen volver este año.
Socia de Cachín en estas Jornadas, la artista que más identificada con este tipo de experiencias es Soledad Sanchez Goldar. Licenciada en teatro y con una importante experiencia en artes visuales, ya sea sola, junto a su coequiper Carolina Vergara, o en el mítico grupo Azul Pthalo que surcó los espacios alternativos del arte allá por finales de los noventa, Sanchez ha producido obra y gestionado desde hace diez años, Su fuerte trayectoria parte de eventos en espacios tomados como Doble Atentado (en Carpintecho) hasta ArteBA 2009. Fue justamente en esta feria que Sanchez detonó la bomba que todo el tiempo lleva en su cabeza con el trabajo Cuerpo en venta o efecto varicela, acción que consistió en tatuarse un círculo rojo (recurso de las galerías para señalar una venta) por cada “adquisición” realizada. Hubo 2 operaciones que, paradigmáticamente, señalaron r los déficits del mercado del arte a la hora de incorporar estos proyectos en su circuito. En el marco (mala metáfora) de esta acción crítica, el galerista ¿habrá cobrado su comisión?-
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