Festival de Música barroca 2025: la trascendencia del tiempo

Hoy, junto con el 452º Aniversario de la fundación de la ciudad, se ofrecerá el Concierto de Apertura Modernos del Setecientos, en la histórica Iglesia Catedral: una experiencia musical que cruza siglos para los asistentes.

En las tardes cordobesas, cuando el sol de Julio se despide acariciando el patrimonio jesuita, algo extraordinario sucede. La música barroca, esa compañera fiel de los siglos XVII y XVIII, resplandece en casa. No como una visita protocolaria al pasado, sino como una presencia viva que pulsa en cada nota, en cada acorde que resuena contra las paredes que fueron testigos de su nacimiento americano, constituyendo además un puente entre el legado y el futuro de la mano del turismo, gran constructor de oportunidades laborales con bajo costo ambiental.
El Festival de Música Barroca de Córdoba, celebra su cuarta edición, con una convicción profunda: la de que la música barroca no pertenece únicamente a las élites educadas ni a los oídos entrenados en conservatorios. Es, por el contrario, una música generosa, accesible, que habla un lenguaje universal capaz de conmover a quien se acerca por primera vez.

La herencia de un visionario tomada por un entusiasta

Hay nombres que trascienden su época y se convierten en semillas de lo que vendrá. Manfredo Kraemer fue uno de esos nombres. Cuando la BBC Music Magazine lo reconoció en 2004 como uno de los violinistas barrocos más destacados del mundo, ya había plantado en territorio cordobés algo que hoy florece con renovada fuerza.
Su Festival de Música Barroca "Camino de las Estancias" no fue solo un evento, fue una declaración de principios: devolver la música a los espacios que los jesuitas habían creado, reconectar el sonido con su geografía originaria. Kraemer, que fundó La Barroca del Suquía una de las orquestas argentinas más prestigiosas en la interpretación de este repertorio con instrumentos originales, propuso un legado que trasciende lo musical. Su festival fue el segundo de América Latina y el único en Argentina durante años. Después de unos años de silencio, es un orgullo contribuir con estas ediciones que tienen un nuevo protagonista: Alejandro Aizenberg que le dedica pasión y profesionalismo todo el año para que cada edición le hable al corazón de la provincia y el país. Personas como Aizenberg son un orgullo desconocido y hace posible lo imposible maximizando los aportes importantes pero austeros de privados con la sostenida participación de las Subsecretaria de Turismo de la Ciudad y la Agencia Córdoba Cultura de la Provincia de Córdoba.


En tiempos donde la cultura parece librada a su suerte, el Festival de Música Barroca de Córdoba demuestra que la articulación entre diferentes niveles del Estado puede generar propuestas de calidad excepcional que operan como una herramienta de desarrollo turístico que jerarquiza el destino.
Esta sinergia institucional permite que el festival mantenga su carácter gratuito y accesible, democratizando el acceso a un tipo de música que, en otras circunstancias, requeriría inversiones considerables para ser experimentada en vivo. No es solo una política cultural, es una política de inclusión que entiende la música como un derecho, no como un privilegio.

Los 25 años de un reconocimiento mundial

Este año, el festival adquiere una dimensión especial, inscripto en el marco de los 25 años de la declaración de la UNESCO que reconoció a la Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad. La manzana jesuítica de la ciudad de Córdoba integra un conjunto amalgamado con las cinco estancias jesuíticas de una experiencia religiosa, social y económica sin precedentes.
El festival actualiza esa comprensión, demostrando que el patrimonio no es solo piedra y cal, sino también sonido, memoria y experiencia compartida.

La potencia territorial de la música

El festival despliega su programación a través de múltiples sedes que abrazan el territorio cordobés con una lógica que trasciende lo meramente logístico. Cada iglesia, cada estancia, cada espacio patrimonial se convierte en un escenario natural para una música que nació precisamente en esos lugares. No es casualidad que los conciertos se desarrollen en las estancias jesuíticas: es una vuelta a casa, un reencuentro con la geografía sonora original.
Esta distribución territorial convierte al festival en una experiencia de descubrimiento múltiple. Los asistentes no solo escuchan música barroca, sino que la experimentan en sus contextos originarios, donde la acústica, la luz y la historia se combinan para crear una experiencia integral. Cada concierto es un viaje en el tiempo.

Cuando dos mundos se encuentran en la música

El subtítulo "A dos mundos" que identifica al festival encierra una verdad profunda sobre la naturaleza de la música barroca americana. Cuando los jesuitas trajeron sus partituras no imaginaron que estaban gestando algo completamente nuevo. La música barroca europea, al encontrarse con las tradiciones sonoras de los pueblos originarios, experimentó una transformación local sutil y poderosa.
No se trató simplemente de una imposición cultural. Los pueblos originarios aportaron sus escalas, sus ritmos, sus timbres particulares, su manera de sentir y expresar la música. El resultado fue un barroco mestizo, único, que sin dejar de ser barroco adquirió una identidad americana. 

La música barroca: compleja pero cercana

Existe un prejuicio sobre la música barroca que es necesario desmontar: la idea de que es demasiado compleja, demasiado intelectual, demasiado alejada de la sensibilidad contemporánea. La realidad es exactamente la opuesta. La música barroca es, quizás, la más cercana al oído no entrenado, la más directa en su capacidad de emocionar.

El barroco musical se caracteriza por su claridad formal, por la transparencia de sus texturas, por la belleza inmediata de sus melodías. A diferencia de otras corrientes musicales que requieren cierta preparación para ser disfrutadas, la música barroca habla directamente al corazón con emociones que son transparentes.

Cuando la piedra y el sonido dialogan

En cada concierto del festival, se produce un diálogo extraordinario entre el patrimonio tangible y el intangible. Las iglesias jesuitas, con sus naves amplias y su acústica particular, no son simplemente contenedores neutros para la música. Son espacios diseñados para que la música barroca suene de una manera maravillosa. La arquitectura jesuita y la música barroca nacieron de la misma cosmovisión, del mismo espíritu de época cuando la piedra y el sonido se reconocen, dialogan, construyen legado y futuro. 

Hacia el futuro, con la memoria como brújula

En un mundo donde lo inmediato y lo superficial parecen dominar el panorama cultural, el Festival de Música Barroca de Córdoba representa una apuesta contracorriente por la calidad porque no es una celebración nostálgica del pasado, sino una actualización contemporánea de un patrimonio vivo. 


Programación
Los conciertos, con entrada libre y gratuita, se desarrollarán en la Iglesia de la Catedral (6/7), Colegio Monserrat (8/7), Museo Provincial Casa de Caroya (9/7), , Iglesia de Santa Teresa (11/7), Estancia de Santa Catalina (12/7), Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia (13/7), Museo Provincial SobreMonte, Museo Nacional de Jesús María (19/7), y en el Museo Evita Palacio Ferreyra (20/7)

Toda la información: https://festivaldemusicabarrocadedosmundos.com/ 


Comentarios