No es un año más para el Festival Cosquín Rock, sus bodas de plata -25 años- le agarran con toda la madurez encima. Tener la posibilidad de caminar las calles internas es esquivar un enjambre de Melex, cientos y cientos de personas cargando y descargando cosas, mientras se elevan los rascacielos de layers y las radios repiten infinidad de indicaciones. Se acumulan los tachos de residuos separados, herramientas, bebida, comida y tres pibas con el pelo impecable van apuradísimas hacia a su stand. Camiones, camioncitos, motos y personas con cascos, médicos, ingenieros y marketineros, todo un mundo detrás de escena. Ese es el festival que no se ve atrás de una programación maravillosa con todas las bandas todas, varios escenarios con impronta propia, y un ámbito para cada personas: desde la casita del blues hasta la escena electrónica, más de cien bandas convocan a más de 100.000 personas para vivir dos jornadas épicas.
Pero, y lo hemos dicho muchas veces, la industria del espectáculo produce mucho más que sensaciones: hablamos de miles de puestos de trabajo, una economía que se mide en decenas de miles de millones -o sea diez ceros- y acciones para reducir el impacto ambiental, así como compensar aquello que no se pudo reducir. Algún trasnochado habla de condonación de impuestos, pero los que sabemos sumar planteamos una economía de enorme derrame social que se disputan todas las regiones en el mundo. Así lo demuestra un estudio de la Universidad Siglo XXI y el propio ICC conducido por Luca Miani y Gastón Utrera, para el Cluster de la Industria del Espectáculo.
Este festival, con sus activaciones, su ecosquín, sus instancias internacionales, y su factor único como atractivo turístico, es el más poderoso e importante del país. Por eso, transformarlo en un caso modelo, un “festival escuela” (conducido por Karina Frias, Flor Gauna y Violeta Brodsky) para que personas de todo el país y la región vengan a aprender e intercambiar experiencias en contacto con los organizadores, los referentes de cada una de las áreas y los titulares de la compañía.
El Instituto de Cultura Contemporánea celebra esta nueva edición de Festival Escuela, el espacio para aprender a organizar espectáculos dentro del festival más grande de Argentina y le agradece a todos los docentes y trabajadores de En Vivo, empezando por el presidente de la empresa, el gran Chueco Oliva, y el director del Festival, José Palazzo.
Fueron 99 personas quienes asistieron a la generosa oferta de tiempo y experiencia -en medio del fragor del festival- para volver a sus propìos festivales y empresas organizadoras de actividades culturales, con la sensación de haber estado en las tripas de la bestia.-
Pero, y lo hemos dicho muchas veces, la industria del espectáculo produce mucho más que sensaciones: hablamos de miles de puestos de trabajo, una economía que se mide en decenas de miles de millones -o sea diez ceros- y acciones para reducir el impacto ambiental, así como compensar aquello que no se pudo reducir. Algún trasnochado habla de condonación de impuestos, pero los que sabemos sumar planteamos una economía de enorme derrame social que se disputan todas las regiones en el mundo. Así lo demuestra un estudio de la Universidad Siglo XXI y el propio ICC conducido por Luca Miani y Gastón Utrera, para el Cluster de la Industria del Espectáculo.
Este festival, con sus activaciones, su ecosquín, sus instancias internacionales, y su factor único como atractivo turístico, es el más poderoso e importante del país. Por eso, transformarlo en un caso modelo, un “festival escuela” (conducido por Karina Frias, Flor Gauna y Violeta Brodsky) para que personas de todo el país y la región vengan a aprender e intercambiar experiencias en contacto con los organizadores, los referentes de cada una de las áreas y los titulares de la compañía.
El Instituto de Cultura Contemporánea celebra esta nueva edición de Festival Escuela, el espacio para aprender a organizar espectáculos dentro del festival más grande de Argentina y le agradece a todos los docentes y trabajadores de En Vivo, empezando por el presidente de la empresa, el gran Chueco Oliva, y el director del Festival, José Palazzo.
Fueron 99 personas quienes asistieron a la generosa oferta de tiempo y experiencia -en medio del fragor del festival- para volver a sus propìos festivales y empresas organizadoras de actividades culturales, con la sensación de haber estado en las tripas de la bestia.-
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