Oscar del Barco: Un albañil de la palabra

Hoy se fue Oscar del Barco. Dejó el hemisferio banal de la vida para ocuparse de temas más trascendentales. Pensador clave de las últimas décadas, de carácter fuerte, y una potencial intelectual bestial, tenía 96 y seguramente más, de aportes al diccionario de debates políticos.
Le conocí sobre los primeros años de este siglo, cuando los grandes de Córdoba andaban sueltos por la peatonal. Desde que ingresaba en un ambiente, la tensión cambiaba de polaridad, y cuando soltaba sus ideas desde esa camisa que siempre estaba más desprendida de lo habitual, los asistentes recibíamos un gran caudal intelectual conmocionante.
Organizamos una exposición de sus pinturas en el Centro Cultural España. Córdoba y, cuando le saludé con admiración y respeto con un “Hola maestro”, me respondió “maestro de obra”, y me quedé pensando en la fortaleza constructiva de sus paredes pictóricas, poéticas, e intelectuales.
Un verdadero obrero de las ideas, Oscar del Barco protagonizó uno de los grandes debates de comienzo del siglo cuando dijo lo que nadie quería escuchar. Una desición tremenda que no pueden resumirse, pero que incluía párrafos como “Menéndez es responsable de inmensos crímenes, no sólo por la cantidad sino por la forma monstruosa de sus crímenes. Pero Santucho, Firmenich, Gelman, Gorriarán Merlo y todos los militantes y yo mismo también lo somos. De otra manera, también nosotros somos responsables de lo que sucedió.”
Siento que, más allá de acuerdos o desacuerdos, nos deja una herencia levantada con obras cruciales e imposibles de ignorar, verdaderos edificios que no deben perderse detrás de aquel intercambio de ideas profundamente dolorosas. Ese legado está construido con partes iguales de intransigencia por la verdad y responsabilidad vital.

Nacido en Bell Ville, en Enero de 1928 fue un filósofo y ensayista, autor de numerosas publicaciones. Profesó, además de la escritura, la pintura y la poesía. En la Universidad Nacional de Córdoba ejerció diferentes roles, especialmente en la Facultad de Filosofía, capítulo docente que también sostuvo durante su exilio a México. De fuerte compromiso ideológico, fundamentalmente marxista, fue expulsado del Partido Comunista en 1963 junto a otros intelectuales de su generación. 

Dirigió diversas revistas de pensamiento como la influyente Pasado y presente, Nombres, y Confines (editada con la UBA). Instaló autores fundamentales como Jacques Derrida, Georges Bataille, Roland Barthes, Louis Althusser y Antonio Gramsci. Su producción se publicó en importante cantidad de libros de ensayos, divulgación filosófica y narrativa. De todos ellos, recientemente, ha circulado con fuerza “Alternativas de lo posthumano” de la reconocida editorial Caja Negra. 

Fue distinguido con un premio Konex (2014) que decidió no recibir con una carta abierta. Habían pasado diez años desde la potente polémica que ocasionó su indeleble carta “No matarás” (2004). En esa ocasión enfrentó los embates de todo el arco político, señalando y -especialmente- haciéndose cargo de la parte izquierda de la violencia, asunto que fue considerado inaceptable por el sector. 


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