La devaluación de las ideas - 40 años de cultura en democracia

(Publicado por el diario Hoy Día Córdoba el 19 de Octubre de 2023)

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    Una reflexión sobre el entramado creativo durante estas cuatro décadas de democracia no es un ejercicio histórico sino la memoria en funcionamiento para un futuro mejor. Una reivindicación sobre la estructura conceptual de un tiempo atravesado por subjetividades. 

El aroma de los aplausos, el recuerdo encandilado por la sonrisa de ella -cuando baja el telón y se encienden las luces de sala- son la síntesis perfecta de vivir en democracia. Ni ensoñación ni pesadilla, nuestro modo de vida no es un voto; es el arte, el pensamiento. Son los espectáculos, el sonido viajando desde el escenario hasta el corazón. Es la libertad traducida en un baile de cuarteto, en las ediciones calientes exhibidas en la vidriera de Rubén Libros.


Dinosaurios contaminantes

Ha terminado la presentación de aspirantes a presidente de la República Argentina y la catarata de estupidez comienza en cada pantalla. Te invade una tristeza que chorrea del televisor y mancha todo el living. Más allá de los candidatos, las candidatas, es el montaje de las redes que desborda como inodoro público una oscuridad viscosa y vergonzante. Buscás el palo y el trapo de piso anímico, mientras que la familia te asiste con baldes ideológicos pero no podés evitar que el mobiliario heredado de tu abuela se arruine. Con el avance de la mancha, a las bibliotecas se les humedecen las bases y preocupa que se desmoronen por efecto de ese magma putrefacto que surge a borbotones desde los aparatos. Levantás la vista y corroborás que también ha contaminado otras zonas de tu vivienda familiar porque, sin que lo notes, surgieron géiseres de insensatez desde los celulares.


El panelismo ha suplantado al periodismo y esas caras aparecen en pequeñas olas crispadas. Esa marea tenebrosa comienza un descenso por la escalera, emitiendo un ronco sonido donde voces acusatorias producen arcadas, y los dedos en alto entremezclan mentiras y malas intenciones. El intercambio democráctico, una sana práctica ejecutada por personas insanas, produjo este vómito catódico que cae, rastrero, hacia el subsuelo de mi casa buscando el bajomundo infernal del pasado.

Nuestra vivienda familiar está bien edificada sobre unos cimientos ideológicos cuya capa aisladora data de 1983. Creemos que es inmune a las cloacas bucales de quienes usan el sistema republicano para promocionar la tiranía. Estamos convencidos que resistirán la abrasión de líquido fósil que producen los dinosaurios que prometieron desaparecer. 

De todas las devaluaciones en curso, la caída de la calidad en el intercambio colectivo es de lo que más duele. En eso deberíamos estar de acuerdo: Mendigar un like no puede costar el sacrificio de acuerdos nacionales sobre temas totémicos en nuestro inconsciente colectivo. 


La cultura es el altavoz de la época

Lo rancio atacará con especial violencia tus recuerdos más preciados como los cajones con antiguas ediciones del diario, tus libros subrayados, y el cassette que te grabaron con las grandes canciones de la música argentina. Puede ser riesgoso decir que la democracia cabía en un TDK, pero sí es seguro que ese artefacto era una ventana pequeñita para soñar un mundo grande y hermoso.

Te garantizo, querido lector, que nuestra democracia es un recuerdo colectivo que se puede bailar y está conjugado en pretérito perfecto. Das vuelta el cassette, la podredumbre retrocede ante la voz de Miguel Abuelo y te imaginás mil horas con la asunción de Raúl Ricardo Alfonsín, en tiempos cuando los civiles condenaron a los militares. Ahí nomás apretás la tecla pause porque la Argentina se convierte en una de las cuarentas democracias del mundo. 

Ese era el primer mundo que todos queríamos y nuestra política, además de un sistema electoral, fue un sistema de vida. Un compromiso que prometía a los compatriotas “...la enorme responsabilidad de ser el país que nos merecemos”. 

El último tema amanece luminoso de pañuelos blancos. Fito Paez quiere cambiar ésta, nuestra casa, ofreciendo su corazón. Todo se reduce a un legado, un patrimonio imprescindible de palabras que demoraron cuarenta años en recorrer desde el libro, hasta tus ojos. 


Un futuro mejor es con cultura

El autor de esta nota va mecanografiando -en una Olivetti Lettera que ya no existe-, palabras que quedan sistemáticamente en el pasado, pero piensa en el futuro y no lo alcanza. Una fuerza misteriosa le sube el volumen a Tato Bores, aumenta el brillo de los colores en un cuadro de Carlos Alonso, y acelera a Marta Minujín para que vocifere instrucciones tendientes a la construcción de su Partenón de los libros prohibidos. 

Masa, multitud y tumulto son convocados en conciertos, bienales y universidades. Marchas y contramarchas pueblan ciudades furiosas y ciudadanos que esperan ver pasar el temblor mientras leen la Revista Humor. Un sólo ejemplar, que tenés guardado en un cajón y era de tu tío Emilio, basta para que el aceitoso sedimento fósil retroceda completamente hasta desaparecer.

Te sentís en condiciones de enfrentar tanto desprecio por nuestro estilo de vida democrático porque tenés la cabeza llena de electricidad proveniente del generador del Chateau Rock; porque tenés los pulmones llenos de ese viento perfumado a choripán que ingresa por la ventana del colectivo camino al festival de folklore. Tenés mil películas en la retina y una entrada al festival latinoamericano de teatro en la mesita de luz. Por todo eso, y porque maduraste durante mil noches en pequeños bares con grandes espectáculos, nunca vas a tener miedo. Es más, sólo le pido a Dios que ese patrimonio me de fuerzas para pelear contra cualquier reducción de derechos y cerciorarte que toda la contaminación flotante no ensucie la democracia que supimos conseguir.-


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