Seguí sigue acá

Hoy Antonio Seguí pinta un cuadro desde el cielo de los artistas y mira las ciudades desde arriba. Se fue uno de los cordobeses infinitos, de un corazón casi tan grande como su buen humor, sincero como sus ojos azules y potente como su buen gusto, deja un legado enorme dentro y fuera de los museos.
Tuve la suerte de trabajar varias veces con él. Lo heredé de mi mamá quien, codo a codo con el maestro, colaboró en sus obras urbanas.
En mi caso, durante su paso por el Centro Cultural España. Córdoba tuve la suerte de disfrutar sus travesuras y lucidez. Una práctica que le caracterizó permanentemente. En todas las actividades nos llenó de alegría. Hizo lo propio en su protagónico espacio en el festival de la palabra, marco local del Congreso de la Lengua realizado en Córdoba.


Dulce, elegante y más cordobés que la Colón, el maestro despuntaba el lujo de la conversación con la fortaleza de lo vivido y la alegría de las personas de corazón grande.
Su ascenso al olimpo no me pone triste, debe estar por prender un faso y descorchar un vino, antes de explicarle a todos cómo se vive acá.
Mejor dicho, debe estar explicando lo que propone en el documental de Pepe Tobal "esta es la vida, no otra".

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