Fecundidad - sobre el paseo del Bicentenario de Susana Lescano

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(publicado en el libro de Susana Lescano, XI/21) 

La obra de Susana Lescano está marcada por una vitalidad cíclica, íntima y femenina. Sus piezas atrapan y envuelven, nos acunan con la fragilidad de un instante y la fortaleza de una madre.
Estas primeras apreciaciones pueden contrastar con una lectura más formal de su trabajo; de hecho muchas personas dedicadas a la crítica y filosofía del arte, como Perazzo, Gutnisky, Squirru, Molas o Barón Biza, se han ocupado de leer en términos teóricos una labor que me animo a presentar desde la visceralidad de un trabajador de la cultura y el arte, que siempre estuvo observando con curiosidad y cercanía, la obra de esta autora.
Se trata, probablemente, del mismo singular sentimiento que proyectaba Susana Lescano, con la carga extra de la familiaridad, ya que nos une la vida, sus círculos y espirales.
Las gracias y desgracias de la existencia armaron una constelación que me mantuvo en cálida proximidad con sus trabajos: desde su taller de cerámica en los años ochenta, una casita a la que sigo yendo tres décadas más tarde, hasta mi tránsito asiduo por sus diversos estudios como mirón, fotógrafo y admirador, la cocina de casa donde desayuné y almorcé junto a su trazo tatuado en la pared, hasta esta noche cuando paso en limpio mis apuntes mientras me adentro en los cinco aros rojos, conectados eternamente, que presiden mi estudio y llevan su firma.

CICLOS
Hubiera titulado estas líneas sobre la producción objetual y reflexiva de Susana Lescano “maternalidad” porque es el sustantivo abstracto que mejor define esa idea de armonía, ritmo, sencillez y contundencia que caracteriza la obra de la artista de los volúmenes y las formas. Pero lo materno se ve incrementado por la idea de un elegante equilibrio inestable como propuso el gran Jorge Baron Biza en una columna.
Entonces maternidad y círculos se entremezclan con la fragilidad de las formas y la solidez de los materiales para dar como resultado colores y texturas potentes. La enorme tarea de simplificar hasta llegar a una musicalidad ligera y abstracta, queda resuelta al conectar el final con el comienzo, en una armonía vital.

Muchos de sus trabajos dialogan con el entorno desde la complementariedad debido a esa condición vital que acabamos de señalar y el tránsito del tiempo o las personas, les agregan capas de sentido, como la vida misma. Estos procesos no están libres de vaivenes y dificultades, a veces ajenos a la cultura y la creatividad, como es la propia dinámica de la urbe.

Esta preocupación de la artista por el vínculo y el tránsito de sus obras con el entorno puede leerse también en la precisa imprecisión de Los brotes. Estos, al igual que las grandes esferas tejidas en alambre, sugieren una lírica metálica a tierra que se eleva en la calidez de una rama autóctona, en un nido resumido en anillos y ovillos cuyos reiterados rollos hacen de la unión y la multiplicación un ámbito lúdico, contundente y aéreo para ser atravesado y vivido.

La repetición en serie, la aritmética de los objetos —como si desenrolláramos una vida, la cáscara de una historia, las situaciones de un huevo—proyecta sombras públicas cuya cadencia es la poética de la geometría, los latidos anuales de una sociedad.

DAR A UN LUZ UN PASEO
La instalación Paseo del Bicentenario (2010), por su condición espacio-temporal, ocupa un lugar totémico en la obra de la autora, así como en la propia ciudad de Córdoba, funcionando como un relato coral que apela a un ejercicio de rememoración en lugar de la condición conmemorativa a la que nos tienen habituados las construcciones monumentales.
Se trata de un relato conjunto para la metáfora musical a la que nos ha acostumbrado Susana Lescano desde los tiempos de la redondez manual, hasta sus cuadraturas recientes,que al latir, ordenan una historia que, como la humanidad, va desde la cerámica manual hasta la contundente monumentalidad.
Sugerencia de redacción: Siempre atravesados por el sonido, sus trabajos nos dejan claro que, a veces con su vida, a veces con sus formas simples y rítmicas, los nidos, o el huevo de la contundente redondez, Susana es una persona que sabe dar a luz mucha música.

Una síntesis crítica y minimalista de la monumentalidad de las personas, sus vidas, y años dialoga en el Parque Sarmiento con un entorno que nos recuerda a las ofrendas arbóreas inspiradas en la flora serrana que caracterizó un periodo de sus series, complementada con la idea de semillas, frutos y otras variantes fértiles de la semántica geométrica que nos propone.
La fecundidad es un recuerdo, un eco, una realidad que reverbera en el parque, en la calle Hipólito Yrigoyen que, cuando la cruzamos con mis hijos, me indica que los procesos y los ciclos son las razones por las que estamos juntos, cada vuelta. Un ejercicio de rememoración que entre huevos, nidos y aros de colores, destaca la música de los volúmenes que dibuja en el espacio Susana Lescano con sus manos.- 

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