El diámetro de septiembre

(Publicado por Hoy día Córdoba el Miércoles 8 de Septiembre de 2021) 

Septiembre es un mes fantástico desde sus letras en adelante. Tiene una p heredada de séptimo -aunque cómicamente ocupa el noveno lugar-. Es una p en peligro de extinción por vagancia ortográfica.
También, debido a su equinoccio, incluye más anécdotas que cualquiera de sus once hermanos. En su ancho diámetro cabe el comienzo de la segunda guerra mundial, en el incio, su primer día. El 11S, detonante de otro conflicto global, une el atentado a las Torres Gemelas con la actual crisis en Afganistán. Como si fuera poco, el once también lloramos a Salvador Allende, primer y último presidente chileno para el pueblo marxista. O viceversa. Su tiempo es temporada de celebraciones educativas porque simultáneamente se celebra el día del maestro, y el de todos los alumnos. En el 21 de septiembre se festeja -además- la primavera, el día del artista plástico argentino, del fotógrafo y, más allá de nuestras fronteras, el día internacional de la paz.
Uno de los acontecimientos más delirantes de su trayectoria es la colisión del calendario juliano con el gregoriano lo que desembocó en el mes más corto de la historia de la humanidad. Cuenta Ian Crofton en Historia de la ciencia sin los trozos aburridos que en 1752 Gran Bretaña abandonó el calendario juliano y, para alcanzar a los otros países, pasó del 2 al 14 de Septiembre en una noche de once días. Parece una cena con Joaquín Sabina.
Vaya uno a saber como hizo EPEC con los vencimientos del 10, aunque suponemos que les cobró intereses a todos.


De septiembre a la eternidad
Lo importante viene ahora, y es un suceso poco conocido pero más trascendente: En 1993 los usuarios de la importante red de artículos y comentarios Users Network vieron invadido su planeta de sesudos debates por una democratización indeseada de sus foros.
Un conjunto de referentes norteamericanos y del resto del mundo, intercambiaban información propia de investigaciones antes que la prensa se hiciera eco. Pioneros en reflexionar sobre la aparición del VIH, la figura de Bin Laden, o el software libre, debatían con otros usuarios según una etiqueta respetuosa y elevada hasta que ese septiembre -gracias a una proveedora de Internet- miles de novatos intoxicaron el canal tentados por una promoción. Esa toxicidad se transformó en angustia con el paso del tiempo dando lugar al “septiembre perpetuo” que opera como metáfora de aquellos debates vacuos, agresivos o plagados de ignorantes en las redes sociales. Alguien dijo que el aluvión de interrupciones y barullos no terminaría jamás.
Este mes debería incluir, entonces, una fecha para el opinista online o el heater.
Un intercambio seguro, saludable y hasta amistoso de la información debería apostar por la calificación del interlocutor. Sin embargo descalificación, y violencia son moneda corriente en unos diálogos secos como el sandwich de miga del sábado. Llevamos décadas de deterioro en el espesor de la polémica virtual.
Pareciera que la ausencia de corporalidad en el intercambio de ideas anula la otredad y las personas se sienten liberadas para atacar sin argumentos y con vehemencia al remitente de ese botón que dice “responder”.
En la parte infinita de septiembre, lejos del día del docente, habitan personas víctimas de la tribu shuar, los temidos reductores de cabezas. Son sujetos que arrojan opiniones con una contundencia inversamente proporcional a su preparación sobre el tema.
Wasap, cuya falta de espesor solo permite organizar correctamente un partido de paddle es el mejor ejemplo de intercambios de opiniones estériles, malentendidos entre personas inteligentes y palabras ininteligibles entre buenos entendedores.
En el caso de Usenet (Users Network), el problema no son las redes como sendas, calles y autopistas -cuya demonización es el camino más corto y que sólo conduce a la detención del pensamiento- sino los usuarios, los caminantes.
El medio y el mensaje -para tranquilidad de McLuhan- están íntimamente vinculados pero son entidades distintas. Esta fecunda infidelidad con el sentido seguramente le habrá tocado al fax, e inclusive al teléfono, en su paso por la historia del crimen semántico.

Demasiada corrección
Cancelaciones sin juicio y con castigo de pena de muerte pública, anonimato acompañado de expulsión precoz de la opinión, así como flaccidez ética, son la contracara moralista y políticamente corecta de los bárbaros virtuales. Paradigmáticamente, la oportunidad de pensar con los dedos, de tipear lo digital, no consigue reducir los índices de nocividad en personas de camino corto y cabeza reducida. Los habitantes del lado oscuro del mes nueve, la parte infernal e infinita, ejecutan juicios sumarísimos sin sumarios extendiendo un manto de pensamiento único.
Muchas veces las minorías y sus históricos reclamos poco atendidos tienen escondidas rémoras improductivas cuyo único aporte es el odio. Como el enojo gana siempre, convendría que saquen el dedo del send y lean a Antonio Porchia quien propuso “Lleve cada uno su culpa y no habrá culpables”.
Descalificadores, opinadores gratuitos y sus oponentes peligrosamente similares, los odiadores y canceladores exacerban un peligroso efecto tribuna que llena de gases el globo del pensamiento único.
Uno puede hablar con el amanecer de toda la ciudad si engancha sus palabras en las espinas de un Palo Borracho en la Trejo y tu voz será escuchada; por el contrario gritar en el ulular de las pantallas incandescentes sólo opaca tus ideas.
En su carácter excepcional, septiembre también tiene una fecha que debemos recordar, hacer que se salte el tiempo -siguiendo el ejemplo británico-, para que nos desintoxique: los trece celebramos el día del bibliotecario.
Sino lo encuentra entre tanto reenviado, fíjese entre el día del maestro y el alumno.-

Comentarios

Carolina Pinela ha dicho que…
muy buen articulo. Gracias por recordar el 13 de septiembre!
saludos
Carolina Pinela ha dicho que…
muy buen artículo. Gracias por recordar el 13 de septiembre!