Elvira Ceballos vuelve a coincidir con Jorge Cuello

Hace unos cuantos años, en 2013, tanto Elvira Ceballos como Jorge Cuello fueron distinguidos por la Ciudad de Córdoba con su máximo galardón, el premio Jerónimo Luis de Cabrera. Esta semana que pasó, con tristeza pero siempre desde el corazón vale mencionar a ambos por circunstancias muy diferentes.
(Para Notify, Gamba)

Elvira CeballosLamentablemente lo natural, al menos en materia musical, es difundir un conjunto de artistas que provienen del rock, de la electrónica, o de alguno de sus espacios de cruce. El éxito también será tenido en cuenta, lógico.

Probablemente esa pulsión potente, desinhibida, y contrasistema coincida con la idea de juventud y se utilice un sistema selectivo. Sin embargo, siguiendo ese mismo criterio, la pianista Elvira Ceballos, que se fue de gira al más allá, ha sido una joven perpetua que vivió 70 años. Nació ciega, sufrió diversos trastornos físicos posteriores que la confinaron a la silla de ruedas. Desde esas limitaciones, con sus ciento veinte centímetros de altura, reclamó infinitas veces la cercanía de un piano para poder invadir el auditorio como sólo los gigantes saben hacerlo. Multinstrumentista, vocalista, y docente, fue reconocida por traducir una gran cantidad de partituras al braile. Pero su mérito va más allá de su aporte a los músicos no-videntes, a sus giras por Latinoamérica y España, o a sus éxitos con Raly Barrionuevo y León Gieco. Elvira Ceballos, egresada del Hellen Keller, y del conservatorio, fue una prodigia que recorrió un camino infinito desde las sierras, y pasando por los prejuicios y las condenas a la imposibilidad, hasta el respeto internacional de los auditorios del mundo.
Rebelde, incorrecta, entusiasta, una rockera que elegía un tango ante que Beethoven.
Cada vez que hablabas con ella te lo decía: “soy una mimada de Dios” y te soltaba un chiste. Una sentenció que no se tomaba nada a la ligera “porque tenía el tranco corto”. Estos días, al ser convocada para improvisar en el piano celestial dejó incompleta una película y un libro sobre su vida que, en su conjunto, la hubieran retratado tal como ella se percibía “mitad mujer, mitad música”.-


Pequeños protagonistas de grandes tragedias
La infancia es la belleza y perfección en estado puro y, sin dudas, serán los adultos los que invadan con su mente en descomposición, el vuelo de la imaginación inocente. Una buena prueba de ello es lo que pasa dentro y fuera del Centro de Arte Contemporáneo Chateau Carreras. El Parque que rodea el edificio es tan, pero tan bueno, que incluye un sendero diseñado por el gran Elián Chalí. Si el Parque del Chateau es un hormiguero, las salas de exhibición no son menos, con varios autores que proponen obras vinculadas con la niñez. Allí se expone, hasta el 6 de Octubre, “Antojolías… Literatura para la infancia, territorio para la diversidad” coordinada por el Centro de Difusión de la Literatura Infantil. En exhibición hay obra de Rosa González, o un homenaje a Cachoito de Lorenzi.
De todos los presentes, merece una mención especial la labor de Jorge Cuello, un artista local de extrema singularidad. Auto definido como un “aullador pagano” Cuello suele visibilizar aquello que tenemos cerca pero no vemos, subvirtiendo el rol del arte y de los espacios de reflexión. En esta ocasión nos recuerda una batalla de la triple alianza cuando 650 niños paraguayos fueron masacrados. Tenían entre 6 y 12 años y, a manera de homenaje, actualmente se celebra el día de las niñas y los niños.
Los soldaditos expuestos, muy lejos de estereotipos de juguetería, han sido realizados con una enorme artesanalidad y destreza -como ya es habitual en la producción del artista-. Todas las piezas, que incluyen varios conjuntos -por ejemplo de ilustraciones para diversos libros infantiles-, tiene un compromiso con los pueblos originarios tan delicado como genuino y sutil. Con pequeños objetos realizados en barro y estructurados en ramitas, Jorge Cuello hace aparecer a estos desaparecidos con dulzura ancestral, al mismo tiempo que propone una crítica actual al consumismo. Apto para todas las edades de imaginación.-

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