Día del niño y tecnología: no todo es malo en las pantallas

(Publicado por La Voz del Interior el 21 de Agosto de 2019) 

Los días previos, así como los inmediatamente posteriores al día del niño tienen un costo particular, no sólo en términos económicos, sino también psicológicos. 
A la expectativa natural de los chicos por recibir un regalo, se la debe combinar con una maceración en sus conversaciones, y luego añadirle una cantidad de publicidad suficiente para producir la fermentación mental. En este estado, su tenacidad consumista será -aún más- inquebrantable de lo habitual. Llegado este punto, padres, tíos y abuelos seremos sometidos a un potente proceso de bullying cuyas consecuencias pagará nuestra débil entereza anímica en tiempos de crisis, y más literalmente, pagará -también- nuestra caja de ahorros. 
El Planetario de Buenos Aires es un buen ejemplo de 
tecnología con fines educativos
La voracidad de regalos de los niños está cada vez más dirigida hacia juegos mediados por la tecnología, un asunto que suele potenciar el eventual mal humor paterno. 
En muchos casos, ni siquiera nos pedirán artefactos, sino que sus insistentes solicitudes apuntarán a juegos virtuales y en red.
Muchos ofreceremos resistencia alegando todo lo malo que tiene ese tipo de entretenimiento online e insistiremos con una pelota nueva, una patineta o una muñeca.
Sin embargo, conviene revisar la demonización que venimos haciendo de este nuevo tipo de ocio. No todo es malo en las pantallas. 
La relación inmediata entre juegos en red y algo nocivo para la conducta de los niños merece ser revisada, al menos desde dos perspectivas: la capacidad de los nuevos recursos lúdicos para construir un mundo distinto -eventualmente más inclusivo-, y la aparición de una industria creativa local.
En cuanto al primer aspecto, Hernán López, un diseñador de juegos cordobés que integra la asociación de desarrolladores de videojuegos de Argentina, propone una perspectiva interesante como es la posibilidad que ofrecen estos entornos para que personas discapacitadas integren y hasta lideren grupos en un plano de igualdad con sus pares. Una posibilidad que no siempre está disponible en la dimensión física. La foto improbable de una persona en silla de ruedas comandando un escuadrón de fantasía, se puede transformar en un printscreen. Existe, en casos menos complicados, un prestigio grupal para personalidades o condiciones físicas que no se daba en la cancha de fútbol, pero sí al desarrollar habilidades de coordinación mano/ojo o una creatividad aplicada a lo virtual. Una competencia que pareciera banal pero que cada vez más es demandada en el mercado laboral. 
O, por qué no reconocerlo, las oportunidades que demuestran las tecnologías lúdicas para el aprendizaje de la mano del gaming en instancias de formación, y los denominados edugames o juegos educativos.
Aunque la ficción violenta siempre debe ser cuestionada, vale destacar que los comportamientos belicosos no están necesariamente asociados a este tipo de entretenimientos y, por el contrario, hay proyectos -como el autcraft, un minecraft para personas con autismo- que opera como una potente herramientas para la integración. 
Por otro lado está el reconocimiento de este ámbito como un sector productivo inadvertido que, sólo en Córdoba, genera empleo para más de cien personas, trabajo que fundamentalmente se exporta. A título ilustrativo, el Informe de cadenas de valor de las industrias creativas para Argentina, editado por el Ministerio de Hacienda en Febrero 2018 indica que el único sector productivo de este ámbito que ha crecido es el de “contenido digital”, consiguiendo un volumen total que acaba de superar al de “libros y publicaciones”. Otro dato sorprendente es que, contrariamente a lo que uno imagina -mientras paga un juego con tarjeta y en dólares-, tiene una balanza comercial favorable a nuestro país. Exportamos más talento que el solicitado.
Lejos de opacar lo importante -mejor dicho imprescindible- de los juegos en el patio, saltar la soga, o las virtudes de que los chicos tomen la leche y se engrullan un pan con manteca a las apuradas para volver a jugar los autitos, estas líneas pretenden ampliar el debate y, en todo caso deconstruir (un verbo muy actual) o desdemonizar la diversión mediada por las tecnologías.
En todo caso, nuestra generación que también es adicta al celular, el teletrabajo y las aplicaciones, deberá analizar si no le estamos pidiendo a nuestros hijos que se mantengan al margen de un entorno que tal vez sea similar al que deberán enfrentar cuando les toque desarrollarse como profesionales.
Seguramente el diferencial será estar cerca, informados y así como les enseñaremos a sobrinas e hijos a jugar al fútbol, tal vez nos convenga dejar que nos ellos enseñen aquellas prácticas on-line que comparten con su comunidad.-

Comentarios