Song to song / love to love

Los amigos de Mercado Alberdi nos invitaron, a Laura y moi a elegir un rato de música en el día de los enamorados. No voy a tirar acá todo el rollo crítico sobre San Valentín o la penetración cultural, que también me cabe, sino que me enfocaré en la positiva, en el compañerismo de compartir con una persona tu vida, construir una pareja, y en esa banda de sonido. Digo más, no compartí una vida con Laura, tengo una vida con ella, nueva, distinta, conjunta. Y no sólo me refiero a las vidas que hicimos juntos, la conjunta, la de cada uno, la de nuestros hijos, sino la que construimos cada mañana, o cada vez que nos fuimos al río. Saco una cuenta elemental y hemos desayunado, con Laura más veces que con mis viejos. Y dicen que el desayuno es la comida más importante…
Por eso la música que compartimos, la haya servido yo o ella, nos pertenece a ambos. Es un bien ganancial, es de nuestro amor, es el ronroneo de un río serrano que siempre está, más allá de las crecientes y las sequías.
Y como los afluentes de nuestro amor vienen de los dosmiles, pensamos en poner lo que escuchábamos en esos años, un caudaloso capítulo de lounge con color a jazz electrónico.
Una de las costas está bañada en clásicos de finales y comienzo de siglo y, vaya paso del tiempo, la otra está influida por los gustos de nuestros hijos, muy urgentes, muy juguetones y frescos como un remanso sombrío en Icho Cruz. Pero como nuestro tiempo, nuestro amor, y nuestros discos son eclécticos, vamos a sumergirnos en Bugge Wesseltoft e iremos hasta The Cult. Vamos a fijarnos si hay destellos de Jazzanova y nos vamos a parar en piedras gigantes como Whitesnake. Vamos a nadar en Herbie Hancock, llevando un Flaming Lips inflable, hasta Bjork, y si cae un chaparrón comeremos Blind Melon, mientras vemos un rayo de ACDC en el cielo.-

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