Vivir más

Hoy fue un día pleno y por consiguiente con aspiraciones de perfección. No hubo nada extraordinario, lo que probablemente hubiera atentado contra lo perfecto. Almorzar un pollo con papas fritas y un vaso de tinto es ciertamente una promesa de serenidad y a eso le debemos agregar unos mates con amigos en el Parque. Hasta siesta hubo. Llegó el diario de BsAs que muchas veces no aterriza en el kiosco antes del almuerzo y leer con la luz del otoño, por mucho la mejor estación del mundo, funciona mejor.
Pero lo que más entusiasmó fue una horita corriendo por la costanera, con la complicidad del atardecer y la leal compañía de Remo en la bici. En ese momento tuve una visión: quiero vivir más.
No deseo vivir más a través del tiempo, sino vivir más en el tiempo.
Se trata de un problema de profundidad, densidad e intensidad y no de extensión.

Viajar hasta la cuadra que viene, mirar cuidadosamente cada casa, cada perro y aspirar el olor de la panadería. Básicamente eso. 
Ver qué pasa con curiosidad y, con un poco de suerte, hacer que pasen cosas curiosas.
Creo que ese es el balance de un gran domingo cuya enormidad se basa, justamente, en la falta de estridencias.-

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