Sobre la incorporación del Genocidio Armenio y la Shoah a la agenda de la ciudad
Durante
el mes de mayo del corriente año, el Honorable Concejo Deliberante
de la Ciudad de Córdoba dispuso con fuerza de ordenanza, y con
amplio respaldo de todas las fuerzas partidarias, la adhesión a las
leyes provinciales 9585 y 9586 que proponen el recuerdo e
incorporación a los programas educativos del "Día
de Conmemoración del Genocidio contra el Pueblo Armenio" y
el "Día de Conmemoración anual de las víctimas del
Holocausto" respectivamente.
El
otoño cordobés que nos invita a recordar permanentemente, con la
caída de las hojas, la fragilidad de la vida es propicio para
detenernos a pensar en aquellas almas que no se cayeron a su debido
tiempo sino que fueron arrancadas violentamente. Hombres como árbol,
y retoños de corta edad que murieron en manos de totalitarismos.
Vidas segadas por las formas más crueles de violencia estatal.
Ambas
ordenanzas, entregadas inmediatamente a las representantes de la D A I A y el Embajador de Armenia no solamente fueron un acto político,
cívico y de profundo sentimiento de todos los barrios de la ciudad
representados en el recinto, sino que vienen a integrar un entramado
de acciones que desde el poder ejecutivo municipal y el legislativo
se vienen realizando en el marco del camino hacia los “30 años de
Democracia”.

Más
allá de lo dicho, el modo de incorporar al inconsciente colectivo de
Córdoba dichos capítulos oscuros de la historia merece destacarse
en la medida que en nombre del propio Concejo Deliberante se les
entregó a ambas instituciones una obra de arte de la joven artista
cordobesa María Florencia Gómez. Estos testimonios hablan del poder
de la belleza y de nuestra creatividad como homenaje.
Casos
como el de Primo Levi (enorme escritor italiano-judío que
milagrosamente salvo su vida de Auschwitz), u Orham Pamuk (autor
turco merecedor del premio Nobel 2006, hostigado por reconocer el
genocidio que cometiera Turquía) nos imponen la necesidad de
reconocer que la educación, la cultura, y el arte son los caminos
más conducentes hacia el corazón de los pueblos. Son, en manos de
una joven creadora y su obra, un punto sin retorno para la
incorporación, reflexión y concientización de las tragedias, así
como las deudas arrastradas en nuestras sociedades.
Por
más opresivo que haya sido el pasado, recordándolo con vocación
optimista –baste con leer la obra de Levi-; por más difícil que
parezca la poética de las elegías -como hace Pamuk en “Estambul”-,
siempre se repite el milagro a nuestro alrededor. Siempre celebramos
la vida. Siempre recordamos la letra que García le pusiera a
“Inconsciente Colectivo”. Siempre escuchamos a la Negra Sosa
enarbolándola como una metáfora del fin de los tiempos oscuros y
violentos. …Mamá
la libertad, siempre la llevarás /
dentro
del corazón /
te
pueden corromper /
te
puedes olvidar /
pero
ella siempre está…
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