La agonía de las lenguas

En relación al 21 de Mayo, Día Mundial de la diversidad Cultural
(publicado por La Voz del Interior en el suplemento dominical Temas, del 7/5/2011)

Hilando fino, desentendiéndose de las fronteras nacionales, se podían describir mapas más complejos y a la región del Altiplano Andino se la podía mapear mejor -y aun es así- si nos apoyamos en las lenguas. Entonces surgen zonas donde habitaron -y aun lo hacen en muchos ca
sos- pueblos muy diferentes entre sí. En función del plurilingüismo, por ejemplo en Perú, las lenguas andinas mayoritarias son el quechua, el aymará, el jaqaru y el kawki; en la región de la amazonía peruana los dialectos más hablados serán el asháninka y el aguaruna, pero conviven allí otras 15 familias lingüísticas. Además de estas lenguas y el español (hablado por un 84% de la población) encontraremos numerosas voces inclasificables. El dato concreto es que en Perú existen más de 50 lenguas maternas, por consiguiente tal vez haya un número similar de culturas. Muchos autores ya hablan de la doble nacionalidad de peruanos que además de su pasaporte nacional son integrantes del pueblo aymara, el quechua, u otro.

Si globalizamos la realidad peruana debemos decir que en el mundo hay unas 6000 lenguas, pero un tercio de la población habla inglés, chino mandarín o español. Paradigmáticamente el 96% de la población utiliza sólo un 4% de la enorme diversidad lingüística que tenemos.

Un especialista en estos temas, David Crystal, lanza unas estadísticas tremendas: “hay 3.340 lenguas habladas por menos de 10.000 personas cada una, alrededor de 1.500 habladas por menos de 1.000 personas y casi 500 lenguas habladas por menos de 100 hablantes”. Inclusive existen 51 lenguas que tienen solamente un hablante ¿cómo se dirá sólo?


Híbridos y promiscuos

La penetración y homogenización cultural, junto a los procesos migratorios y la reunión de personas que abandonan entornos rurales para vivir en grandes ciudades cambiaron la realidad del mundo en pocos años, y se potenció por la promiscuidad a la que nos someten las comunicaciones. El hombre se inserta en otras culturas sin notarlo, y mezclando su vida anterior. Aparecen así ciudades cada vez más multiculturales: Londres, y luego New York son fotos donde cabe el mundo. Y muchos barrios de esas urbes no son otra cosa que pequeñas naciones extranjeras en su propia tierra. Pero muchas otras ciudades pasaron a ser un crisol de pueblos, y las naciones avanzan hacia una abstracción de lógica exclusivamente político/económica. La multiculturalidad, como el polen humano, se diseminó rápidamente en las últimas décadas, y con ella los episodios de violencia entre distintos sectores, sobre todo en ámbitos educativos, denuncian la necesidad de instalar estos conceptos.

También se dan procesos interculturales y surgen nuevas especies florales híbridas de ese polen. Los territorios donde conviven estas culturas son espacios de mestizaje, como Córdoba por ejemplo, en los que es muy común ver sincretismos que funcionan elementos andinos con íconos religiosos occidentales, y músicas locales. Hasta lo futbolístico parece estar presente en el guiso cultural cordobés.

En todo caso, Latinoamérica -como dice Néstor García Canclini- empezó a construir una identidad múltiple pero reconocible por la pobreza de la mancha urbana que se expande aglutinando pueblos en ciudades, y campesinos e indígenas en las zonas urbano marginales, con el consecuente aplastamiento de sus diferencias. El resultado de algunas décadas de una interculturalidad absorbente son nuevos procesos discriminatorios que desbordan principalmente hacia las posibilidades de consumo. El aspecto, la ropa, el peinado, pasaron a ser una marca tribal para la marginación, los prejuicios y la exclusión. No sólo hay conflictos, sino que todos vivimos en una categoría, en un proceso como pueden ser determinadas prácticas idiomáticas o de pronunciación, de indumentaria. Una libertad falsa que encorseta.

Tal vez por esto último, y por la estigmatización de determinadas prácticas como podría ser el baile de cuarteto, la cumbia, usar gorra, o escuchar determinada radio, la ascendencia cultural y su consecuente sensación de pertenencia se ha desarraigada de los sujetos. El Siglo XXI, ya no parece preocuparse tanto por el origen, como por la proyección del gusto y en las posesiones. La identidad está sobre la piel, y los lazos y tensiones con otros responden a unos cánones cada vez más estereotipados. Irónicamente el resultado es un prejuicio circular y -por ejemplo- se dice “tiene un mercedes, es un ladrón” al mismo tiempo que “maneja un carro, es un ladrón”.


Desalmados

Hemos ido perdiendo espiritualidad en nuestra identidad cultural y ya no reconocemos el lugar al que pertenecían unas generaciones más atrás, como origen retomo y conjunto, y por consiguiente no podemos transferírselo al proyecto de ciudadanía. Esa cosmogonía que era un patrimonio intangible común ha sido reemplazada por intereses que marcan quienes somos, y a que grupos pertenecemos. Somos argentinos gauchescos, amantes de la música de cámara, del punk-rock, artistas plásticos amateurs, practicantes del yoga, darks, shopinnautas, autores de graffitis, fisicoculturistas, rastafaris, usuarios de software libre, indigenistas, feministas, afrancesados, roñosos, cuarteteros. Pertenecemos a movimientos que antes, erróneamente, fueron considerados subculturas (como si hubiera alguna más importante que las otras), y encima vivimos identidades múltiples: un individuo podría ser miembro de la importante comunidad peruana, cultor de la gastronomía, y miembro de los corsos de San Vicente.

Ganamos y perdemos sustantivos de valor, en los últimos años y, las nuevas generaciones de argentinos -ciudadanos del mundo- prácticamente no guardan vínculos con el territorio, sino que suscriben / suscribimos a creencias globales. Somos parte de un movimiento de skaters que se agruparon mediante alguna red social online, seguidores de una banda de jazz de Oslo que jamás vimos en vivo, o fanáticos del sueco Stieg Larson. Todo se edulcora hasta que es tan fácil pertenecer a un equipo de futbol europeo, como adquirir una nueva identidad cultural. Estas posibilidades tan fantásticas de ser libres y vivir en todos los sitios al mismo tiempo, de ser quien queramos ser, tienen su contracara cuando no llegamos a ser nadie.

Reunidos, o no, tenemos la diversidad y la capacidad para elegir la piel urbana y, un sábado a la noche en la explanada de Patio Olmos es la prueba de esta realidad: conviven en un pequeño espacio físico quienes esperan a sus amigos para ir a un baile de La Mona, aquellos que acaban de salir de un concierto en el teatro San Martín, unas chicas enlutadas de correcto aspecto gótico alegremente tristes, o quienes van a Carlos Paz por fiesta, mientras unos militantes del Partido Obrero deshojan sus proclamas de esa semana abrumados por la hora. Inclusive unos policías han detenidos a unos chicos en una motito cuyo alarido mecánico hiere las estrellas de la ciudad y les revisan concienzudamente cada bolsillo: moto y gorra es sinónimo de detención.

Pareciera que cabemos todos en esa diversidad excitante, inabarcable, a veces artificiosa, a veces cruel y violenta. A veces misteriosa y tan susceptible.


Indigenismo

Convocado por el presidente mexicano Lázaro Cárdenas del Río, en Abril de 1940 tuvo lugar en Pátzcuaro, México, una Conferencia Interamericana Indigenista para impulsar el Instituto Indigenista que dependiera de la Organización de Estados Americanos (OEA). Lógicamente el objetivo del encuentro, por aquel entonces completamente precursor, era sugerir políticas y estrategias para las culturas indígenas del continente americano. Conjuntamente con la construcción de un escenario de visibilización y valorización de las problemáticas de los pueblos originarios se trabajó el flagelo de la discriminación que muchos pueblos originarios aun sufren, varias décadas después. Todavía muchos grupos son obligados a vivir en las periferias urbanas, o zonas de exclusión mal llamadas refugios, donde siguen primado preconceptos etnocentristas.


El Levantamiento del Gueto de Varsovia

Fue una resistencia contra el ejército nazi que ocupaba Polonia, a manos de un grupo de civiles judíos que habían sido recluidos en uno de los guetos de la ciudad, sobre finales de la segunda guerra mundial. Tuvo lugar entre el 19 de abril y los primeros días de Mayo del 43, con la intención de evitar los traslados y asesinatos en masas del campo de concentración de Treblinka. Liderada por Mordechai Anielewicz y conjuntamente a la resistencia polaca, durante varios días el gueto estuvo en manos de los rebeldes que, en una población de 380mil, se contaba de a puñados, estaban famélicos y sin armas. La resistencia duró poco y la respuesta fue brutal y arrasadora: sólo unos pocos consiguieron sobrevivir en condiciones infrahumanas de hambre y enfermedades horribles, escondidos en las alcantarillas.-


Por un planeta diverso

El 21 de Mayo, Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, está impulsado por las Naciones Unidas a través de UNESCO para recordarle a gobiernos y la población en general que la cultura, la creatividad y el acceso a la información es un derecho humano.


Un chino en apuros

Ai Weiwei (艾未未) Pekín, 1957. Es uno de los artistas chinos más reconocidos, también célebre por haber sido ideólogo del estadio Nido de Pájaro donde se celebraron los Juegos Olímpicos de 2008, proyecto de los arquitectos Herzog & de Meuron. Como muchos artistas del gigante asiático, trabaja temas de interculturalidad e identidad. Tal vez una de sus obras más reconocidas sea esta vasija china de la dinastía Han (200AC) a la que le sobreimprimió el logo de coca-cola denunciando la penetración o americanización de su cultura, y la transculturización. Hace dos semanas el gobierno de China le ha detenido en un lugar indeterminado debido a su arte y opiniones políticas.


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