Magalí Cumple 8 años

(Publicado por la Revista Ciudad X, con motivo del final de año en el CCE.C)

Suena el teléfono. Es desde el ingreso de la casa solicitando la presencia del Director. Normalmente esta llamada es sinónimo de malas noticias. Hay que ponerse el saco e ir. Caminar treinta pasos evaluando los riesgos. Las posibilidades son pocas: carta documento. Sí, eso es lo más probable. O tal vez un proveedor que no cobró por culpa de administración. Artista rechazado. Sí, artista rechazado con barrabravas. Fanáticos de alguna religión extrema.

Detrás del vidrio se ve a una señora con una niña en edad escolar. ¿Algún compañero que niega la paternidad? Sonríen. Tal vez por la cara de “mátenme” con que llego al ingreso, la persona de recepción oficia de mediadora y presentadora comentando que la señora mayor es madre de la pequeña. La pequeña fue una de los ocho mil alumnos de escuelas municipales que visitaron el Centro Cultural durante la exposición de Antonio Seguí para hacer actividades creativas. Ahora debería venir el problema, pero no lo hay. Se llama Magalí. Bien. Magalí cumple 8 años ese día. Muy bien. Magalí le pidió a su mamá como regalo de cumpleaños, no una barbi, no un vestido, no un juego de té para sus amigas imaginarias. Pidió volver al Centro Cultural España. Córdoba.

Este 2010 te dio un abrazo de Joaquín Sabina, tomaste varios vasos de vino con Osvaldo Bayer mientras te contaba las técnicas para seducir estudiantes alemanas, Clorindo Testa te dibujó una casita para vivir, viste a Tomás Saraceno elevarse y descender en sus demenciales globos aerosolares; la Anilla cultural conectó a Córdoba con el mundo, y lo que es más jugoso aún, al mundo con Córdoba. Gamoneda te dijo maestro, prestándote su título entre palomas en llamas, Seguí fue el más chico de todos los niños presentes en su charla, y- entre otras cosas- la muestra ¡Afuera! fue la celebración del arte en la ciudad.
Pero el encuentro con Magalí es mucho más fuerte que cualquiera de esas nimiedades; es el punto cúlmine de la carrera del Centro. ¡Qué vengan los diez tipos con los peinados más raros de cualquier inauguración con sus peluqueros! O que vuelva a empezar el desfile de los anteojos más excéntricamente coloridos. Nada podrá con Magalí. Ya de rodillas y con la cara literalmente deformada, estás corroborando la hipótesis de las dos mujeres presentes: tenés tus capacidades mentales afectadas. Mientras agradecés por tu trabajo a Magalí con beso marca cañón, pensás que ella jamás sabrá de todos los eslabones involucrados: artistas, facilitadores, docentes, directores, funcionarios, esponsores, administrativos, diseñadores, técnicos, etc. etc, y etc.
Una vez repuesto, se entabla una conversación normal. Pasás por un tipo educado que entrega un libro institucional de regalo, un pin, y todo se serena. Desandás los treinta pasos desde una parte del trabajo hecho hacia todo lo que hay que hacer, con la certeza de que por un momento, vamos ganando.-

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