El latir de la intemperie

(Publicado en la Revista Ciudad X, Número 2)

Aquel slogan que versaba “Córdoba, Corazón de mi país” era perverso por su veracidad. Es un hecho empírico que no somos una provincia sino un corazón, y otro tanto se puede afirmar respecto de los habitantes: parecemos glóbulos pasando burguesmente por el sistema circulatorio desde las Altas Cumbres hasta penetrar en el Cucú de Carlos Paz. Para comprendernos, más que hablar con un político, se debe ver al cardiólogo.
Por su parte, Jorge Cuello no es un artista sino un aullador pagano. No le comprenderán los críticos, ni los curators. Y los teóricos jamás le podrán encajar en los moldes deformes del arte. Cuando una ciudad tiene Cuello en su fluido sanguíneo, la adrenalina hará el resto del trabajo y así hemos de entenderlo.
Jorge Cuello, es el agente que ha generado estos episodios cardio-sociales: intervenciones urbanas, como los rostros desaparecidos del Corralón Municipal de Dean Funes, Cara y alma de la Luciérnaga y Alfosina, los pasillos del Cineclub, todo el Museo Barrilete, o la pieza de mi hijo. Jorge es el artista de la calle y la intemperie, aquel que sólo se guareció en su blanca cabellera y, arropado por el humo de los colectivos, fundó el Museo de Arte Comebiróm, o Praxis, fue el acompañante gráfico de la Mona Jiménez, la Bersuit Vergarabat, y Armando Flores. Como si fuera poco, desde la mesa de un bar nos disparó ilustraciones para libros de Colihue, las ediciones del Quirquincho, el CEDILIJ, o pintó obras maestras en cajas de pizza al mismo tiempo que intervenía la fachada del MNBA local con la obra “bajá el copete”.
Su actividad estética, su discurso y poética exceden el campo del arte para situarse en algún ventrículo del patrimonio cordobés y desde allí lanzar obras molotov de magia pagana hacia el centro de estabilidad de la comunidad, siempre con un visceral compromiso social.

Infarto Ciudadano
Hace algunos años, Cuello concibió una muestra itinerante que debía unir el Centro Cultural España. Córdoba con el 990 Arte Club atravesando la Avenida General Paz a contramano. Esta procesión incluía una banda en vivo y al detenerse en el cruce de las arterias Colón y General Paz, tuvo lugar una ceremonia de bocinazos y semáforos parpadeantes que llegó al climax cuando el maestro aulló megáfono en mano ¡viva el papo! Este electroshock nos demostró que el corazón aún latía y que nadie volvería a ser el mismo. Salvo Cuello, claro está

Comentarios

EG ha dicho que…
Atesoro de él, un dibujo y unas letras que también he recibido alguna madrugada en alguna mesa de un bar emblemático de la 27 de abril. De aquellas épocas (hace mas de 15 años) tengo los mejores recuerdos y las mejores postales de los artistas de este terruño...corazón de mí país...!
(hermosas palabras para Cuello)
Pablo Peisino ha dicho que…
Cuello!! Un grande!!