El centenario de Francis Bacon está dejando una estela de profundo respeto y marcada admiración en todos los públicos que masivamente celebran las actividades. El pintor, durante décadas considerado un maldito, un outsider, que fuera víctima de todo tipo de discriminaciones e injusticias en vida, obnubiló a finales del año pasado cuando la Tate Britain le dedicó una exposición monográfica colosal. También el Museo del Prado, en la España que le despidió hacia un más allá -donde seguro no descansa, ni está en paz- le organizó una muestra homenaje en el primer semestre del año. Luego, la misma muestra oprimirá la mirada de quien visite el Metropólitan de Nueva York hasta el 16 del corriente. Bacon, el inclasificable, el ambiguo, el homosexual lacerante sigue profiriendo un alarido cuyos destinatarios, en su centenario, somos todos.
Meet the meat
Francis Bacon nació en Irlanda en 1909. Siendo hijo de una familia inglesa -además de haber vivido una parte importante de su vida en Londres- es considerado inglés. Algunos autores escribieron que tuvo una educación poco escolarizada por su asma, pero Michel Leiris en una edición corregida por el propio autor –lo que nos hace presumir un alto grado de

Como asmático no es convocado a la Segunda Guerra Mundial, de la que es un espectador privilegiado, casi un Goya, cuya producción jamás conoceremos porque en en 1944, presa de un ataque de ira, destruye casi todos sus trabajos. La Europa de excesos que había conocido en Berlín de entreguerras, y que se volvió un túnel cavernoso de horror y mutilación en los años siguientes, recién sobre finales de los 40s comienza a tolerar sus trabajos. Con el comienzo de la década siguiente aparece un reconocimiento que se internacionalizará. En 1960 se incorpora a la Marborough fine art de Londres, galería que conservará hasta su muerte, y que es considerada por los historiadores contemporáneos como desleal con el artista debido a una intención de dosificar codiciosamente su obra en vida. Su primer gran tríptico (su obra habitualmente se presenta de a tres) “tres estudios para una crucifixión” es adquirido en 1962 por la Fundación Guggenheim, que posteriormente le organiza una gran exposición en NY. Con el sabor del éxito en la boca, en 1964 inicia una relación con su gran amor, George Dyer. Aparentemente se conocen cuando Bacon descubre a Dyer –un simple ladrón- robando en su estudio y terminan en la cama esa misma noche. La fidelidad no era una de sus virtudes y el castigo fue el suicidio de este compañero.
“Entre el nacimiento y la muerte siempre ha existido lo mismo: la violencia de la vida” decía este artista que nunca pudo ser incluido en ningún movimiento, que vivió sin escuela, y que terminó sus días en España con un perfil solitario y poco mediatizado, como toda su vida. Él mismo dijo alguna vez “en último extremo somos meat”, cambiando deliberadamente flesh (carne del cuerpo humano)por meat (carne comestible).
El despiadado reflejo perenne de todos
La obra de Bacon, considerada figurativa/expresionista en un ejercicio de reduccionismo, en rigor, sólo toleraría situarse como continuadora de Picasso, aunque con una profundidad subterránea.
Pariente de Munch, y de Van Gogh (de quien hay algún “Estudio para un retrato” de 1957) también es heredera de Goya y Velázquez. Durante un tiempo se lo consideró miembro de la Escuela de Londres, hasta que varios de sus supuestos miembros aclararon que tal escuela no existía en términos estéticos, y que sus intereses eran mayoritariamente el sexo y el alcohol. Lo cierto es que en ese grupo estaba Lucien Freud, reconocido amigo del artista y con quien sí se podrían establecer vínculos estéticos.
Las piezas de Bacon, generalmente de gran tamaño, tienen un aire lisérgico, son desgarradoras y cargadas de angustia. Entran perfectamente en la categoría sublime, definida por el filósofo del arte Arthur C. Danto como aquello cuya belleza también aterra. Salvo algunos animales, las bestias que protagonizan sus pinturas son figuras antropomorfas que Margaret Tatcher consideró “asquerosos trozos de carne”, mientras que Damien Hirst -feliz poseedor de uno de su trabajos- dijo «Jodió (hasta) en el infierno». Adolfo Vásquez Rocca, por su parte, dice “la pintura de Bacon abrió heridas en la belleza, horadó el sentido iconográfico del cuerpo” refiriéndose al aullido de dolor y éxtasis que parecen emitir esos cuerpos atormentados de amantes, asistentes a un bar, luchadores, demonios, ángeles, o prostitutas, retratados en ambientes tan cotidianos como un baño, una cama, una alcantarilla, junto a la bacha, frente a un espejo, una mesa de billar, una cortina, o con la pobre compañía de un foquito.
Los retratistas construyeron, a lo largo de siglos de trabajos por encargo, una conciencia de poder para las clases aristocráticas. La fotografía democratizó hacia otros estratos sociales la imagen y la identidad, trucando el mensaje si era necesario, con decorados falsos, ropa prestada y otras artificialidades. La renovadora obra de Bacon, en tiempos de fotógrafos, incorpora la psiquis al retrato y le otorga protagonismo. Las torsiones y flagelaciones cruelmente presentadas en escala real son un espejo para cualquiera que deje salir su mente hacia su rostro. Su realismo es una trompada al estómago, una trompada que proviene de nuestros sentimientos primarios y cuya piel está delicadamente coloreada.
Bacon es un pintor que se aprender a admirar en la adolescencia, tanto por su poder ambiguo en el sentido sexual, como por en equilibrio entre ternura y angistia que caracteriza todo lo adolescente. Pero a diferencia de HR Giger, el temeroso palpitar de su recuerdo sólo recrudece con el paso del tiempo. Ver un Bacon en vivo es una arremetida furiosa, sus obras “en persona” (no es una metáfora) tienen la potencia de esos cuerpos horrorosos que perfectamente pueden cogerse al espectador en la oscuridad de un museo, descuartizarlo, o servirle un trago. O todo a la vez. Nadie enfrenta las esquivas miradas de sus trípticos sin temer que su infierno personal salga a la luz un día cualquiera.-
Comentarios
Me gusta mucho tu relato de la vida de Bacon, logras transmitirme emoción. Agregue este blog a mis favoritos, ahora estoy atenta y con mas tiempo para deleitarme con tus notas.
Cariños.
Monica