Malditos Teléfonos Celulares

(Publicado Por Eclectica Magazine)
Los textos que relatan historias reales, lamentablemente, terminan por volverse inverosímiles. Lo dijo el enorme novelista norteamericano Philip Roth.

Había una vez, en Norteamérica, un par de tipos encabezados por Martín Coper que durante los 70 inventaron algo que, desde los ochenta, cambiaría el curso de las comunicaciones y la forma de relacionamos. Asumámoslo: los teléfonos celulares han impactado violentamente en la humanidad.

Con una enorme aceleración desde los noventa, al abandonar el escaparate de los objetos suntuosos, la telefonía móvil se ha filtrado entre todas las capas sociales tanto, que a los niños les costará creer que no existieron siempre. Pareciera no haber personas sin estos aparatos, y hoy cuando el hijo le pide al padre que le compre este tipo de artefacto, le está reclamando casi un derecho que le permitirá hablar, ver videos y escuchar música. El padre, de aceptar, le estará entregando, una manera de que el joven (un debutante arranca a los 10 años) se integre a grupos y tribus urbanas, de manera textual, pues la oralidad pasó de moda en la telefonía. Nuestro pequeño será el usuario número 33.213.375 según informa la Comisión Nacional de Comunicaciones, de una torta que en febrero 2007 tenía un 91 % de líneas prepagas.

Este invento que fusiona los avances de las radios militares con la telefonía de Bell y que funciona bajo el paraguas de pequeños espacios delimitados (células) que van retransmitiendo la comunicación, se basa en la libertad de movimiento y ha sido un pedestal desde el que se lanzó toda una nueva serie de productos que aspiran, como en su momento el walkman de sony, a darle a su propietario la posibilidad de moverse y disfrutar de su vida.

Preso virtual

Pero la Argentina es un país misterioso, que parece inventado por Juan Rulfo, en su momento de mayor realismo mágico. Es una realidad paralela y macondiana donde las compañías que ofrecen los servicios de telefonía celular diseñan estrategias de retención de clientes, que al leerlas parecen textos ficcionales, redactados por Juan Carlos Maraddón en su momento de mayor influencia canábica.

Un cliente de una compañía cualquiera puede comprar un aparato de tres ceros de costo, por teléfono y lo recibirá por correo, sin mayores problemas. De eso se trata, ¿no? Movete por donde quieras y comprá lo que te venga en gana.

Pero este cliente, no podrá jamás y por ningún motivo dejar la empresa. El movimiento y la libertad duraran poco. Este trámite, darse de baja, demanda en algunos casos mandar una carta escrita, firmada y documentada, o certificada, a algún sitio remoto y sentarse a reclamar infinita cantidad de veces la baja. Otras empresas, las más virtuales y paradigmáticamente las menos personales (aunque su nombre indique absolutamente lo contrario) sólo permiten que el abonado abandone el servicio (o en su defecto, su pago) con un trámite que se realizará solo por teléfono, si el operador de turno decide tomárselo y la comunicación misteriosamente no se interrumpe, digamos, unas 9 veces seguidas.

Luego que el individuo afirme infinitas veces que no quiere ser usuario de esa compañía tan personal alguien le llamará, seguramente a las 03 de la mañana o cuando la línea esté ocupada para autorizarlo, o no, a dejar su abono y por cierto su (ahora ex) número. Si Ud. quiere, puede hacer una denuncia en defensa al consumidor, u otros organismos, pero éste es un trámite complejo. Tal vez opte por pagar todo lo que haga falta hasta que se dignen a darle la añorada independencia, pues a diferencia de España donde las empresas prestadoras deben demostrar que han brindado el servicio, aquí el cliente jamás tiene la razón.

Una vez que hubiera conseguido la baja, instancia utópica, puede suceder que la compañía considere que Ud. aun debe dinero (descubrimiento siempre posterior a su trámite) de una diferencia de abonos, o lo que le parezca a la compañía, y a través de una factura que -ni Adrián Paenza comprendería- se le informa de una deuda, por ejemplo, de $ 0.03, (hay copias enmarcadas, como objeto fetiche, de un comprobante por este monto) y dado que esta deuda venció, inclusive antes de la fecha del matasello, Ud. y su baja no han sido tomados en cuenta. No es ficción Roth, ¡lo juramos!

Como usuario, la sensación de desprotección y persecución es tan obvia y frustrante, es una anécdota tan repetida en la vida de los clase-media, que dan ganas de irse a vivir a una cueva, pero… ¿y si no hay señal?-

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Son unos bastardos, los detesto como a muy pocos! Qué dato la cantidad de celulares, no me imaginaba ese número ni cerca. Abrazo!
Pancho Marchiaro ha dicho que…
Viste Nano, estamos hasta el culo con esta gente! Anoche Octavio Getino dijo "las empresas hacen estudios de mercado porque les permite dominar a los consumidores. Democratizar la información estádistica de estas nuevas prácticas culturales es devolverle el poder a la gente". Un grosso.