Vimos Lazos de vida (2023, titulo original One life), una importante película histórica basada en hechos reales con la actuación -siempre colosal- de Anthony Hopkins. Se trata de una de las primeras películas de James Hawes, que se ha dedicado fundamentalmente a la tv y las series -con algún capítulo de Black mirror incluido-.
Hopkins encarna a Nicholas Winton, un corredor de bolsa británico que salvó a 669 niños de Checoslovaquia antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. La película se presenta como un drama histórico aunque puestos en posición de espectadores cercanos, casi íntimos, las expectativas se ajustan inmediatamente después de empezar. Sin golpes bajos ni efectos, esta película emociona sin manipular y enseña sin sermonear.
El film hace foco en la condición de Winton como un hombre sensible, pero común, enfrentado a circunstancias extraordinarias, presentado como alguien que simplemente decidió actuar cuando otros miraban hacia otro lado entendiendo -aunque no siempre- que sus posibilidades tenían límite. La turbulenta circunstancia que le tocó baila en dúo con la culpa del sobreviviente y se traduce en una danza silenciosa hasta que la indicación de vaciar su estudio impulsa su visibilización, y tal vez cierta sanación. Nadie más lejos de un héroe, que nuestro hombre con sus fragilidades e historias acumuladas, tratando de perdonarse por un mayor aporte que se les escapaba.
Con una carpeta bajo el brazo, lejos de reconocimiento, la película habla no de recuerdos sino de memoria como una construcción compleja y colectiva. Winton ha conservado "para recordar a los que no logré salvar" son una metáfora, una lección para quienes se llenan la boca hablando de memoria histórica mientras ejercitan el músculo del olvido conveniente.
Hopkins, a sus 85 años, construye un personaje de una convincente y a la vez fuertemente vulnerable. Sin sentimentalismos pero con profundidad.-
Hopkins encarna a Nicholas Winton, un corredor de bolsa británico que salvó a 669 niños de Checoslovaquia antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. La película se presenta como un drama histórico aunque puestos en posición de espectadores cercanos, casi íntimos, las expectativas se ajustan inmediatamente después de empezar. Sin golpes bajos ni efectos, esta película emociona sin manipular y enseña sin sermonear.
El film hace foco en la condición de Winton como un hombre sensible, pero común, enfrentado a circunstancias extraordinarias, presentado como alguien que simplemente decidió actuar cuando otros miraban hacia otro lado entendiendo -aunque no siempre- que sus posibilidades tenían límite. La turbulenta circunstancia que le tocó baila en dúo con la culpa del sobreviviente y se traduce en una danza silenciosa hasta que la indicación de vaciar su estudio impulsa su visibilización, y tal vez cierta sanación. Nadie más lejos de un héroe, que nuestro hombre con sus fragilidades e historias acumuladas, tratando de perdonarse por un mayor aporte que se les escapaba.
Con una carpeta bajo el brazo, lejos de reconocimiento, la película habla no de recuerdos sino de memoria como una construcción compleja y colectiva. Winton ha conservado "para recordar a los que no logré salvar" son una metáfora, una lección para quienes se llenan la boca hablando de memoria histórica mientras ejercitan el músculo del olvido conveniente.
Hopkins, a sus 85 años, construye un personaje de una convincente y a la vez fuertemente vulnerable. Sin sentimentalismos pero con profundidad.-
Comentarios