La chica de la aguja: Una experiencia cinematográfica punzante que requiere el perdón del espectador

Quiero escribir sobre "La chica de la aguja" y no sé cómo comenzar. Pero después de verla, ya sé por dónde terminar: con el corazón roto y la certeza de que hay experiencias de pantalla que habitan la mirada por semanas. Esta contundente obra danesa, dirigida por Magnus von Horn, es mucho más que una película: es un puntazo directo al plexo que nos recuerda ese viejo adagio que propone a la realidad como un universo más aterrador que la ficción. Rodada en blanco y negro, con aspiraciones -coseguidas- de clásico, esta producción basada en hechos reales convierte el dolor histórico en un devastador episodio cinematográfico, una historia que duele en serio. La película se inspira en Dagmar Overbye, una persona que ayudó a mujeres empobrecidas a interrumpir embarazos no deseados, así como gestionar recién nacidos entre 1915 y 1921. Sus prácticas condujeron a uno de los juicios más notables en la historia de Dinamarca. Esta historia forma parte del conocimiento popular danés, lo que añade una dimensión de patrimonio intangible a la obra en tanto memoria colectiva. Ambientada en 1918 sobre el final de la Primera Guerra Mundial, la película secunda  la vida de Karoline, una joven costurera en una fábrica textil. Lo extraordinario es que la historia está inspirada en una mujer que, en la vida real, se vinculó con Dagmar Overbye. Es decir, Von Horn nos entrega un drama desde la perspectiva de quien terminó siendo clave en la historia. 

Los laureles que la avalan

"La chica de la aguja" cosechó reconocimientos para situarse como cinematografía obligatoria: fue nominada a los Oscar 2025 en la categoría de Mejor Película Internacional, aunque finalmente no logró el galardón que se llevó 'Aún estoy aquí' de Brasil.  Además resultó  nominada a Mejor Película de Habla No Inglesa en los premios BAFTA y estuvo en los Globos de Oro en la misma categoría. Su paso por festivales ha sido igualmente potente como candidata a la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2024 y ganadora de cuatro premios a la Mejor Película en el Polish Film Festival.


Una película que no se olvida

Destacada en el catálogo de MUBI, este retrato despiadado invita a la reflexión sobre las condiciones de las mujeres de comienzos del siglo pasado sin dogmatismo ni bajadas de línea, mostrando la realidad a carne viva, sin llantos ni proclamas, pero con una consigna que escribió Manuel Vilas “La naturaleza es una forma feroz de la verdad”

Solamente la actuación protagónica de Vic Carmen Sonne, que cultiva el gesto mínimo para un dolor máximo y contenido, hace que valga la pena ver la película.
Caen los títulos y algo mínimo pero enorme estuvo delante nuestro, algo que se queda habitando a la retina y no se va más. Como las películas que importan.-


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