El inventor de palabras es una novela cargada de notas poéticas que describe la cotidianidad de un ermitaño que, rodeado de una biblioteca atemporal, lleva una vida apacible y bucólica. Con el bosque y el frío como escenario, los pensamientos y acciones del protagonista dan un giro dramático a partir de un hecho tan fortuito como injusto.
La pérdida, la soledad, y el legado paterno, son sustantivos que sobrevuelan gran parte de la literatura actual y están reflejados en esta obra -que según Colum McCacum es una pequeña obra maestra- con la misma delicadeza y firmeza que crece una conífera en Maine, geografía protagónica del relato. “Hoy debería haberme vuelto directamente a la cama, apagar la lámpara del recuerdo y no acordarme de nada. A lo mejor es que quería traerla una vez más junto a mi y sentir por una hora lo que tuve entonces” propone con parsimonia la voz del relato. Una voz que añora el regreso de las aves silvestres en primavera, que es capaz de ejecutar una persona o celebrar un instante cualquiera “Dejé el rifle contra la barandilla, abrí el libro de sonetos y dejé caer un sorbo de Earl Grey sobre mi lengua: No hay nada como ese primer pellizco de sol en el rostro cuando hace frío”. Gerard Donovan, Irlanda 1959. Ha publicado varios libros de poesía, práctica que puede disfrutarse en su novela. Debutó en la ficción con la elogiada Schopenhauer's Telescope (preseleccionada para el Premio Booker en 2003 y ganadora del Premio Kerry Group Irish Fiction). La fuerza de sus imágenes escritas debe guardar relación con su prática, también, como fotógrafo.-
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