¿Por qué nos gusta hacer listas de canciones?

Hoy, en un grupo muy querido, un amigo pidió a los integrantes que hagamos una lista de canciones. Desconozco cómo reaccionó cada integrante del espacio -que tiene personas de edades muy variadas- pero en mi caso me desesperé por llegar a la computadora para hacer mi propia selección. Realmente deseaba ese momento para la playlist que acabo de terminar. Envuelto en la endorfina musical no alcanzo a entender cuál es la razón que nos moviliza tanto a seleccionar música para otros.

Ensayo estos argumentos, pero me gustaría leer los tuyos:

  1. Romanticismo. Poner una canción es una forma de arte dedicada a los otros, las otras. Más allá de la melancolía, es un ejercicio emotivo contra-racional. Elegir un disco, situar la púa en su lugar, esperar pacientemente que cargue spotify y dejar que el sonido hable por nosotros, es una forma de conectar desde nuestra personalidad porque nadie habla mejor de mi que esta música. Allí convive nuestra historia con nuestros deseos. Si no hay una responsabilidad profesional, llámenos contra-curadores porque hacemos lo que queremos. 

  2. Coleccionismo. Somos lo que guardamos. Las colecciones son una versión material de la memoria y eso nos define.  El arte de narrar, en buena medida, “consiste en transmitir una historia sin cargar la explicaciones” porque “el aura está preñada de lejanía” dice Benjamin. Y una lista de canciones es una colección, una narración de nuestra vida, con una cuota justa de poética y sin folleto.

  3. Retromanía. Nuestra selección musical es una explicación del tiempo que vivimos. Desde los compilados y (en mi caso, que nací en 1976) los casetes con grandes canciones del año, hay un ejercicio de diferenciación a partir de nuestra historia. Sin ponernos demasiado vintage, pasar el warp del año es una devaluación de la delicada, meticulosa, y no rigurosa versión de nuestro pasado. Señalar una banda, por elección y contraste, bancar una estética, es aferrarse al pasado así como estar dispuesto a pelearte por unos acordes ¿Acaso hay un mejor motivo?

  4. La fantasía del DJ. Correr la mezcladora y gesticular el “baby” de la nueva canción es un momento icónico en la vida de una persona. Subir un poco el volumen, que los cuerpos bailen, es la gran devolución nocturna de energía. Si algunos de los asistentes levantan las manos ¡oh Dios! podés cerrar los ojos y conciliarte con la existencia.


La batería, esa que da la base de la última canción que elegiste, se disuelve entre tu historia y tu futuro. La noche se funde en un recuerdo del presente, en una lista de canciones.-


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