El Jockey: Un riesgo recomendable

Hoy vimos el Jockey, la película de Luis Ortega protagonizada por Nahuel Pérez Biscayart y Ursula Corberó que viaja a los Oscar en nombre de Argentina. Le va a gustar exactamente a la mitad de los espectadores. Inclusive a menos de la mitad debido a que, lejos de estar montada, centra su esfuerzo en un desmontaje cinematográfico. Plagada de licencias poéticas, la película  propone un tono pictórico y levemente surrealista.  Su trama reúne a diversas almas en pena dentro de un universo decadente, habitado por todos personajes mágicos que esperamos encontrarnos en el hipódromo. 

El absurdo, uno de los grandes hilos conductores, no atenta contra un relato que permanentemente nos lleva a lugares inesperados e incómodos. Las piezas del desmontaje de Ortega son elementos que, como los objetos contenidos en la cartera del / la protagonista, tienen una extraña relación entre sí, pero conforman un conjunto único y maravilloso.

Sentados en la butaca de quienes aplaudimos el trabajo, destaquemos unos cuadros de danza  extraordinarios con tanto sentido de oportunidad como metáfora. 

En esa misma línea, la banda de sonido (con piezas de Virus, Sandro, Piero o Nino Bravo) es una selección tan improbable que deja dudas sobre la entereza psicológica de quién realizó la musicalización. Y de quiénes la celebramos.

Por último, lo primero: la actuación del jockey y las jocketas le hacen justicia a una película que no le teme escenas oníricas y neo-realistas, al mismo tiempo que cargar un erotismo incorrecto, en trama y colores, que pareciera homenajear al mejor Almodovar.

Vale la pena arriesgarse.- 

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