El pequeño tiene un cumpleaños con fútbol en la Zona Sur. Por el itinerario que propone Google Maps, debe ser Ushuaia porque esos 8,9 kilómetros demandarán 32 minutos de viaje. Como el acontecimiento promete una duración de 2hs 30, llevo mochila con los siempre pendientes laborales. Hago base en la panadería Del Pilar contigua a la canchita. Mala idea: es el único bar de latinoamérica sin wifi.
La promesa de finalización a las 21:30 no se cumple según lo estipulado y se da un fenómeno que vengo observando. El niño, al ver el ingreso del padre sale corriendo en sentido opuesto (aunque hubiera estado sentado) y organiza un nuevo partido. Despegar rumbo a tu casa, de regreso, recién sucede pasadas las 22:00 con hora de aterrizaje cierta 22:40. Mucho tráfico.
Sos recibido con mucha expectativa por tu hijo mayor: tiene un cumpleaños y requiere traslado. Por suerte es en Malagueño -juro que no exagero ni un kilómetro- y, sin nada de alcohol en sangre por la salida del éjido urbano, empezás una película en Netflix tomando te. Son las 00 y no hay perfumes ni peinados salidores y te ilusionás con una cancelación que no sucede. A las 00:50 el galán está engalanado y emprendés la ruta que te devuelve en tu casa a las 01:30. Final de la película y a dormir, no sin preocupación por la ausencia de un 50% de la descendencia. 07 am suena el despertador y a las 7:50, ya en Malagueño emprendés el regreso a tu casa donde, finalmente, se reunirá toda la familia. Pero sin vos.
Es que mamá está en La Cumbre, sus vacaciones terminan y hay que ayudarle a volver. Se suma una heroína al relato y Laura me lleva hasta Villa Belgrano desde donde unos amigos salen hacia La Cumbre. Con ellos, en interesantísima charla, cruzamos el Camino del Cuadrado. Cargamos el auto de mamá y emprendemos el regreso hacia casa donde, ahora sí, se reunirá toda la familia para el almuerzo dominical, pasta mediante. Hay promesa de una siesta, pero breve. El pequeño Constantino tiene una pijamada que empieza las 17:30 y no quiere llegar tarde.-
La promesa de finalización a las 21:30 no se cumple según lo estipulado y se da un fenómeno que vengo observando. El niño, al ver el ingreso del padre sale corriendo en sentido opuesto (aunque hubiera estado sentado) y organiza un nuevo partido. Despegar rumbo a tu casa, de regreso, recién sucede pasadas las 22:00 con hora de aterrizaje cierta 22:40. Mucho tráfico.
Sos recibido con mucha expectativa por tu hijo mayor: tiene un cumpleaños y requiere traslado. Por suerte es en Malagueño -juro que no exagero ni un kilómetro- y, sin nada de alcohol en sangre por la salida del éjido urbano, empezás una película en Netflix tomando te. Son las 00 y no hay perfumes ni peinados salidores y te ilusionás con una cancelación que no sucede. A las 00:50 el galán está engalanado y emprendés la ruta que te devuelve en tu casa a las 01:30. Final de la película y a dormir, no sin preocupación por la ausencia de un 50% de la descendencia. 07 am suena el despertador y a las 7:50, ya en Malagueño emprendés el regreso a tu casa donde, finalmente, se reunirá toda la familia. Pero sin vos.
Es que mamá está en La Cumbre, sus vacaciones terminan y hay que ayudarle a volver. Se suma una heroína al relato y Laura me lleva hasta Villa Belgrano desde donde unos amigos salen hacia La Cumbre. Con ellos, en interesantísima charla, cruzamos el Camino del Cuadrado. Cargamos el auto de mamá y emprendemos el regreso hacia casa donde, ahora sí, se reunirá toda la familia para el almuerzo dominical, pasta mediante. Hay promesa de una siesta, pero breve. El pequeño Constantino tiene una pijamada que empieza las 17:30 y no quiere llegar tarde.-
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