Retromanía

(Publicado por Hoy Día Córdoba el Miércoles 3 de Febrero de 2020)

Volvés en el colectivo con la bolsa apretada contra el pecho. Como si fuera un animal oculto, sentís movimiento, fuerza y vitalidad dentro y querrías acelerar el tiempo para llegar a tu casa y hacer el ritual con el que soñaste todo el mes. Pero habrá que esperar para bajar las luces, subir el volumen, acariciar cuidadosamente el agujerito y dejar que la púa se agache a lamer las ranuras negras. Tu nuevo disco, Appetite for Destruction de Guns & Roses es, probablemente, el primer vinilo que te sedujo a solas y se fue a dormir con vos en 1992.
Ese mismo año andabas con un TDK en el bolsillo trasero del vaquero. Era un compilado que iba escalando intensidad desde U2 hasta Skid Row e incluía una selección de baladas glam interpretadas por Aerosmith y Poison para el chape. Insertarlo en un pasacasete con condición de visitante era exhibir un talismán mágico, y se trataba de un movimiento que debía ser interpretado en el clímax del encuentro. Sólo podía ser llevado adelante con la feligresía adecuada, en muchos casos unipersonal y debía conmover hasta el oso del Caraffa.

Hemos tenido que vivir este tiempo tan excedido de presente para que viajemos hasta el pretérito perfecto y busquemos en el diccionario de objetos intelectuales olvidos ese sabroso sabor a frito del lenguaje vinílico, ese aliento adolescente que persiste en el soplido de los cassettes.
“Un gorrión se escapa de tu voz”, proponía Santolalla cuando era hippie profesante y no empresario agnóstico. Entonces componía Mañana Campestre con los Arco Iris y sugería una metáfora sobre el sonido de todo el Siglo XX para el recuerdo. Una época atravesada por un conjunto amplio de objetos que fueron declarados obsoletos cuando la consolidación de internet y la virtualidad comenzó a tragarse los soportes de la creatividad dejando al libro, inclusive, alimentado con porciones cada vez más pequeñas.
Recientemente presenciamos una resurreción de esas prácticas culturales, una reconciliación que -como tal- es intensa, carnal, física y fetichista como la sensitividad adolescente. Este año ha crecido el consumo de discos y casetes en “formato físico” tanto para coleccionistas como para personas comunes con una nueva dimensión menos consumista, y más selectiva, responsable y cuidada.

Rebobinando
La memoria es un territorio con una topografía extraña y para ver el horizonte hay que subirse arriba de las emociones porque la posición del observador modifica el paisaje.
Y la del oyente también.
Imaginemos que hasta finales del Siglo XIX, para escuchar música se necesitaban músicos presentes y, recién con el fonógrafo de Edison, allá por 1878 empezaría esa extraña y misteriosa costumbre de grabar. Desde entonces la expansión y domesticación del sonido también generó un lenguaje musical atravesado por las posibilidades y limitantes de la industria discográfica. La portabilidad del arte más popular, la música, crecería con el mismo entusiasmo que la fotografía y el cine de celuloide y traería, también, canciones de tiempos acotados por las posibilidades de registro. Pero al mismo tiempo plantearía los LP como obras integrales e indisolubles. Un disco era todas sus canciones, en cierto orden y con su arte de tapa, así como su tiempo de espera: podías pasar varios meses de preludio, inclusive un año hasta que tu amor perfecto se presentara en una batea de las disquerías Perro Mussnack en la galería Mitre, Olocco, Edén o la persistente Lado B.
Toda esa emotividad memorable ha sido, seguramente, el sedimento de varias disquerías como Abasto Records, Mariano Rocka y LP Records que en la actualidad se especializan en vinilos y tienen a las redes como canal de venta.

Nostalgia, memorabilidad y disidencia
La idea de Retromanía le pertenece al crítico inglés Simon Reynolds que se hace eco del carácter patológico de las manías y propone una condición adicta al pasado de ciertos fenómenos populares. Estos conceptos, editados por el admirado sello Caja Negra, tienen especial importancia en un momento de debilitamiento cultural cuando la temperatura de lo creativo ha dejado las portadas de los periódicos. Con poca fricción, vivimos un tiempo de tibieza en algunos ámbitos culturales que declinaron la agitación a cambio de una imprescindible supervivencia. En esas circunstancias la tentación de la autocelebración también es una condición patológica de lo retro. Con la visión del gran angular observamos en el centro de la escena a un conjunto de personas que integran comunidades amarradas por recuerdos cultivando sus consumos en territorios de la memoria. Saben del riesgo que implica caer en la conmemoración banal y las biopics flotantes en la superficie de Netflix.
Pero entre toda esa autocomplacencia también hay gestos vitales. En nuestra Ciudad se expande un proyecto radicante llamado La Casetería que propone “en un mundo digital e intangible apostar por la música en formato físico...”. Sus seguidores quieren “tocar la música” indica Juan Cruz Sanchez, editor de profesión y fundador. El proyecto le escapa a la idea de un museo abandonado y cerrado -como tantos en nuestro paisaje- y no sólo se reconforta en la venta de equipos de audio analógicos y mecánicos, o vinilos, sino que hace foco en los casetes.
Como si nos masajeara con ideas de Marshall McLuhan ( El medio es el mensaje ), desprecia a esos cedes condenados a decorar los parabrisas de camiones y celebra el walkman o la invasión cultural que impulsaron los TDK A60. Con tozudez se propone atravesar fronteras con la fosforescencia de la música proveniente de zonas adversas y sostener la creación con esas texturas magnéticas. A manera de ejemplo el proyecto cordobés también ha lanzado Hogar, una obra de Chalo Sellers, su primera edición propia con canciones cercanas como un auricular.
Carismático, económico y minoritario, el casete se reinventa con la memorabilidad como aliada y sostiene la mirada, a través de sus ojos de carretes, tan fútil como seductora.-

Comentarios

Manuel Gonzalez ha dicho que…
Ufff acabo de leerte pancho y presiento que es un camino de ida tus escritos, como así también está plataforma un poco anticuada pero que me genera atracción. Prometo leerte! Saludos.
Manuel Gonzalez ha dicho que…
Ufff acabo de leerte pancho y presiento que es un camino de ida tus escritos, como así también está plataforma un poco anticuada pero que me genera atracción. Prometo leerte! Saludos.