(Para Notify / Gamba)
El Cirque du Soleil visita nuestra ciudad la semana que viene con Ovo, su nuevo espectáculo. La experiencia descomunal, casi excesiva, de destrezas y acrobacias que brindan sus integrantes nos traslada a los espacios más alucinantes de nuestra cabeza.
Si la magia existe, seguro que tiene lugar en sus shows donde los límites del equilibrio son superados con una explosión de belleza en estado puro. Si querés saber hasta dónde es capaz de llegar el ser humano, sacá la billetera, elegí unas cuotas y presenciá todo lo que no podemos contarte en una columna.
Porque describir al Cirque demandaría de una, tal vez varias, tesis doctorales.
Pero te dejamos algunos datos: Nacieron, crecieron y siguen haciéndose grandes en Canadá. Aunque oficialmente cuentan su edad desde 1984, todo comenzó cuando Gilles Ste-Croix -uno de sus fundadores- empezó a administrar un pequeño albergue para artistas viajeros. Unos años más tarde ese artista callejero y administrador se asociaría con Guy Laliberté. Si el primero era artista callejero, Laliberté pasaría de ser acordeonista, a un empresario capaz de irse de vacaciones al espacio.
El eje del grupo creció al calor del circo, una disciplina que incluye todos los talentos.
Ya en 1980, el colectivo pidió financiación pública y, cuando se la denegaron, organizaron una gran maratón de los zanquitas. Lógicamente revirtieron la negativa.
En 1984 adoptaron el nombre Cirque Du Soleil para transmitir juventud, energía, y fuerza. también ese año empezaron a incluir un relato, una historia, en sus shows. Inmediatamente reunieron su primer millón.
Si adelantamos la historia hasta hoy veremos que su facturación anual supera los mil millones de dólares, cortan cerca de 15 millones de tickets en todo el mundo y son considerados “uno de los eventos más espléndidos en la historia del teatro occidental”.
Sus espectáculos, que paralizan corazones y excitan ciudades enteras, son la prueba viviente que la maravilla está entre nosotros… que la poesía puede elegirnos a fuerza de encender el haz de luz que tenemos adentro.-
El Cirque du Soleil visita nuestra ciudad la semana que viene con Ovo, su nuevo espectáculo. La experiencia descomunal, casi excesiva, de destrezas y acrobacias que brindan sus integrantes nos traslada a los espacios más alucinantes de nuestra cabeza.
Si la magia existe, seguro que tiene lugar en sus shows donde los límites del equilibrio son superados con una explosión de belleza en estado puro. Si querés saber hasta dónde es capaz de llegar el ser humano, sacá la billetera, elegí unas cuotas y presenciá todo lo que no podemos contarte en una columna.
Porque describir al Cirque demandaría de una, tal vez varias, tesis doctorales.
Pero te dejamos algunos datos: Nacieron, crecieron y siguen haciéndose grandes en Canadá. Aunque oficialmente cuentan su edad desde 1984, todo comenzó cuando Gilles Ste-Croix -uno de sus fundadores- empezó a administrar un pequeño albergue para artistas viajeros. Unos años más tarde ese artista callejero y administrador se asociaría con Guy Laliberté. Si el primero era artista callejero, Laliberté pasaría de ser acordeonista, a un empresario capaz de irse de vacaciones al espacio.
El eje del grupo creció al calor del circo, una disciplina que incluye todos los talentos.
Ya en 1980, el colectivo pidió financiación pública y, cuando se la denegaron, organizaron una gran maratón de los zanquitas. Lógicamente revirtieron la negativa.
En 1984 adoptaron el nombre Cirque Du Soleil para transmitir juventud, energía, y fuerza. también ese año empezaron a incluir un relato, una historia, en sus shows. Inmediatamente reunieron su primer millón.
Si adelantamos la historia hasta hoy veremos que su facturación anual supera los mil millones de dólares, cortan cerca de 15 millones de tickets en todo el mundo y son considerados “uno de los eventos más espléndidos en la historia del teatro occidental”.
Sus espectáculos, que paralizan corazones y excitan ciudades enteras, son la prueba viviente que la maravilla está entre nosotros… que la poesía puede elegirnos a fuerza de encender el haz de luz que tenemos adentro.-
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