Sobre la
muestra de Pat Andrea en el Museo Provincial Caraffa
Córdoba,
Argentina. Del 12 de diciembre al 6 de marzo de 2014
(Publicado por Arte al Día Internacional Abril 2014)
“- ¿Cómo sabes que yo estoy
loca? / - Tienes que estarlo, o no habrías venido aquí.” La cita de Alicia
en el país de las maravillas (Lewis Carroll, 1865), es casi una
contraseña para ingresar a la sala
número 2 del Museo Caraffa, tal vez la más importante del edificio.
Allí nos sumergiremos en el mágico mundo de
una nueva versión ilustrada para el clásico de la literatura onírica. En este
caso penetramos al recinto de exposiciones de la mano del artista Pat Andrea
(Holanda, 1942) quien recibió el encargo de ponerle imágenes a la biblia del
SXIX por parte de la
editora Diane de Selliers.
Se trata de un sueño
que le demandó de 5 años de insomnio.
A
diferencia de versiones como la de Tim Burton (2010), los personajes de este
artista radicado -según el sol- entre París y Buenos Aires guardan familiaridad
con clásicos como Bacon y Dalí, al mismo tiempo que son parientes de autores
argentinos como Carlos Alonso y sus personajes atormentados, o Antonio Seguí y
sus hombres urbanos caminantes.
El dibujo,
el trazo, las proporciones antropomorfas cambiadas de escala y el ridículo
enamoramiento que nos embriaga, son los protagonistas de este relato de grandes
dimensiones y mayores puentes hacia nuestro inconsciente que sacude sin
elegancia pero con visceralidad nuestra psiquis.
Las obras
exhibidas, incluyendo una intervención a muro realizada en vivo y que fuera
donada al emergente proyecto de Museo MACU (pronto a estrenarse en la serranía
cordobesa), tienen una sutileza subjetiva y un erotismo objetivo que toma a los
visitantes del corazón, o de los testículos, dependiendo de su edad. Alicia es
una deforme hermosa cuyo coño promete el más bizarro deseo de cada uno, ante la
atenta mirada de un conejo, un gato elegante, el propio Carroll, personal de
seguridad de sala y algún asistente incomprensivo del museo.
Subimos por
los peldaños del misterioso mazo de cartas que baraja el artista hacia una
reducción de nosotros mismos que habita en una cabeza enorme, de blondos
cabellos y, entre dibujos mitad comic, mitad pictóricos, nos emborrachamos de
colores y obras aparentemente inacabadas.
Es que
Andrea es hijo de un pintor y una ilustradora.
Es que
Andrea (quien fuera ilustrador de Playboy en los 80s), y con él todos, tiene
síndrome de Estocolmo y nos empuja a ser rehenes de este relato, nuestro propio
viaje a la perversidad y candidez de Alicia.
Junto a Dylan y Joyce, cada visitante está condenado a la concreción de
sueños y pesadillas que persistirán en la sala siguiente, en el día siguiente,
porque se incorporaron a nuestro país de las maravillas, aquel cuya existencia
es nuestra única certeza.-
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