Neuronas agitadas


(Publicado por www.GestionCultural.org.ar )

“En el amplio panorama, la ciudad parece un gigantesco ser vivo. O el conjunto de una multitud de corpúsculos entrelazados. Innumerables vasos sanguíneos se extienden hasta el último rincón de ese cuerpo imposible de definir, transportan la sangre, renuevan sin descanso las células. Envían información nueva y retiran información vieja…” Haruki Murakami, en After Dark, describe los procesos que bombean vida dentro de las urbes sin aclarar que, necesariamente, ese metabolismo es cultural. Nos conectamos en un itinerario trazado por nuestro ánimo de alimentar nuestra identidad, de cambiar, de ser más. Somos neuronas desesperadas por hacer sinapsis exprensándonos y respondiendo a las convocatorias de otros pares.

Con la mirada general, no hay dudas que, además de las neuronas, están quienes analizan ese comportamiento y tratan de entender qué significado tiene el zumbido –para seguir citando a Murakami- que produce la ciudad. Y están quienes agitan a las neuronas. Son los hacedores culturales, los gestores y productores que día a día potencian la electricidad que mueve la máquina simbólica en las calles, en los postes y en las paredes. Son aquellos que consiguen que el público levante las manos cuando empieza la canción más conocida, los que infiltran lágrimas en un teatro repleto y los que iluminan los fines de semana con los focos de la imaginación.
Hacer y criticar, esas son las energías que subyacen y sostienen la tensión colectiva de una comunidad que verá muchos afiches pegados, muchos cuadros colgados y muchas canciones perderse en el extramuro de cada cabeza. Subir el volumen de nuestros mensajes, trasladar la pasión a cada espectador, a cada transeúnte, a cada visitante de un museo; es multiplicar los asistentes a un concierto, los espectadores de una obra de teatro, y para eso están los agitadores de neuronas, los gestores culturales, propiciando cambios, renovación, futuro y acción.-

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