Elección mundial

(Publicado por La Voz del Interior, en Opinión, de su edición del 20/09/2008)

Durante un capitulo del serie Futurama, su creador, Matt Groenning (celebre padre de Los Simpson) lanzaba un chiste muy actual –a pesar que la serie transcurre en el año 3000-. Simulando una transmisión televisiva, se comenzaba diciendo “desde el centro de Estados Unidos, México DF…, en vivo para todo el país”. Esta hipótesis de dibujo animado, más allá del humor, es una realidad mundial corroborable en estos días de efervescencia pre-electoral.
Falta más de un mes para determinar si Obama o McCain regirán los destinos de los norteamericanos, pero los espacios de análisis internacional de todos los medios hablan excluyentemente de los candidatos. Seguramente porque nos interesa a todos. Lo justo sería que, si “el hombre más poderoso del planeta” (el parecido con una campaña de Mc Donalds no es casual) va a decidir los límites internos del cercano oriente, con una población superior a la de USA, si va a decidir cuánto va a costar el dólar, o el petróleo, o cuál será la extensión de la crisis económica, entonces lo justo sería que esta persona surja de una elección mundial. ¿Cómo no van a votar los mexicanos? ¿Acaso no tienen más derecho los irakies, que los habitantes de Oklahoma, al momento de elegir a su presidente?
Sabemos más de los candidatos norteamericanos, que de nuestras propias autoridades nacionales. Por ejemplo: se puede decir de Barack Obama cosas correctas, continuadamente. Un chico diez. La blancura de la infinita cantidad de dientes que compone su sonrisa combina a la perfección con la cúpula del capitolio. Tiene 47 pirulos y nació en Honolulu, lo que es esta parte del planeta, de poder votar, sería considerado más meritorio que su título en Harvard. Luis Juez especularía que es de Belgrano. Su vice, Joe Biden, es un luchador que se sobrepuso a una trágica y joven viudez, la muerte de una hija, y dos aneurismas con resultado fatal garantizado. En las fotos luce sin corbata, marcando su pasado progre.
De John Mc Cain III, nacido en Coco Solo, Panamá, se dice que sopló 72 velitas hace pocas semanas cuando presentó a “la Palín”. (Sí, enseguida nos ocupamos de ella.) John tiene una historia tan cinematográfica que en 2005 se estrenó su biografía en formato de película. Esta es la sinopsis y su currículum: lo derriban en su avión, cae preso en un agujero norvietnamita donde le torturan y, pudiendo recibir algún beneficio propio de su linaje, lo rechaza y sufre cinco años más de patadas. Un héroe parecido a una versión arrugada de Steve Martín.
Palin power
De quien más se habla por estos días es de Sarah Palin. Hay que empezar diciendo que es bombón bien conservado, pero cubierto de chocolate blanco. Esta mujer que aspirar a portar los primeros tacos altos que lleguen a la Casa Blanca con cargo propio, representa el pensamiento más conservador del gran país del norte. Tanto así, que le han sugerido no decirlo. Armamentista hasta el punto de ser miembro de la Asociación Nacional del Rifle, no cree que existan especies en extinción, ni considera que el calentamiento global realmente esté calentando. ¿Será porque es gobernadora de Alaska?
Quien escribe estas líneas comparte con la carismática madre de cinco niños, esposa de un esquimal, contra-abortista y futura abuela, que ambos fuimos basquetbolistas, y que ambos nacimos un once de Febrero. Del resto nada.
Roma año cero
Duilio Di Bella, cuyo voto -de poder participar en la carrera a Washington- no se conoce, comentaba que New York City es como la Roma del año cero (lo que también nos hace pensar que George Bush es una suerte de Rey Herodes), donde todas las mercaderías regionales del mundo convergen: salmón noruego, carne argentina, queso francés, kiwi israelí, enchiladas mejicanas, o cilantro peruano. Y es cierto: todo lo de todos va hacía el norte y, desde allá, vuelve algo unificado y estandarizado para todos.
Esta americanización de la vida, también cultural, televisiva y simbólica, es una globalidad cada vez más opresiva. Paul Auster (sí, broklyniano de pura cepa) en su obra maestra “La habitación cerrada”, relata un supuesto libro donde un explorador del ártico queda atrapado en un iglú con pocas provisiones. Dadas las peculiares condiciones ambientales, nota que su aliento se congela en las paredes haciéndolas más gruesas con cada respiración, y reduciendo el espacio vital, hasta aprisionar su cuerpo.
Lo mismo nos pasa ahora, estamos tan americanizados, tomamos tanta coca-cola, que todos queremos participar de nuestro destino político participando en la votación. Pensemos en Hugo Chávez ¿no es injusto que no pueda votar por su nuevo enemigo? ¿Los afganos? ¿Los exportadores de soja?, los lectores de Paul Auster, los israelíes, quienes descargan ilegalmente música que pertenece a la Sony, los deudores hipotecarios de todo el mundo, los canadienses…
Ya nos “dormimos” cuando gano Bush. Ahora ¡qué nadie se quede afuera de esta gran elección!-

Comentarios

mauri candussi ha dicho que…
OH! El imperio...

Todo lo que Hollywood pueda contar.