Esta semana leí Paseo, de Carlos Surghi. Esta obra es un maravilloso ensayo sobre el arte “de las direcciones abiertas a cada paso”, está editada por Dianus, y cuenta con el prólogo del querido Carlos Schilling. Este trabajo breve pero luminoso, recuerda la importancia del “reposo y de todo lo que reposa” en tiempos de alienación e hiperactividad.
Aunque la celeridad mundanal atentó contra el inicio de la lectura, este texto -que no pretende otra cosa que reflexionar sobre el transcurrir-, con el acompasamiento entre el autor y el lector, aparecieron la ciudad, las veredas, tomar un café y estar en un café, así como sus enormes consecuencias filosóficas, como propuestas imprescindibles. Atrapado, en compañía del autor (porque en conjunto es muy difícil encontrar acompañamiento para pasear a una velocidad que no nos aburra, ni nos agite), reconozco con una mano en el corazón y una sinceridad que nadie pidió, que disfruté cada carilla con la única preocupación que se acabe.
Así como la “filosofía en curso no es más que el lazo íntimo entre conceptos y nuestros pies que caminan” esta obra acercó con un hilo invisible mis recuerdos de un tiempo importante, menos frenético, y más trascendental.
No puedo más que agradecerle a Carlos haberla acercado, y recomendarle a todas las personas que busquen este trabajo que esconde tanta belleza como sólo puedo ilustrar con esta cita: “Por eso si caminar es pensar, pasear es el impulso poético de andar, la danza de aquellos que no saben bailar”.-

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